domingo , 28 abril 2024
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Celia de la Serna, la madre lectora del Che

Madre e hijo: Celia de la Serna junto a Ernesto Guevara.
Además de la madre del Che Guevara, Celia de la Serna fue una militante política, febril lectora, niña de “buena familia” y joven desafiante. Tuvo activo compromiso con la República Española durante la Guerra Civil, apoyó a los aliados en la Segunda Guerra Mundial y defendió la Revolución Cubana.

Celia de la Serna y Llosa en Buenos Aires el 21 de junio de 1906. Vivió 58 años. Su pertenencia a una familia de alcurnia le permitió asistir a colegios destinados a ese sector social. Sin embargo, no era habitual que las mujeres completaran los estudios secundarios o ingresaran a la universidad. Celia, en su juventud, quiso ser monja: aceptaba con gran convicción la máxima “ama a tu prójimo como a ti mismo” y lo llevaba consigo como un mandato.

Asistió al Colegio del Sagrado Corazón. Allí, cuando las mujeres cuando culminaban el ciclo de la escuela primaria obligatoria tomaban lecciones de arte, historia universal, geografía, bordado, música y debían aprender buenos modales para estar en condiciones de ser presentadas en sociedad.

Los varones, en general, se dedicaban a administrar los campos de la familia, podían estudiar carreras tradicionales como abogacía o ingeniería; medicina también era una profesión en la lista de opciones y por supuesto dedicarse a la política.

El matrimonio De la Serna Llosa vivió durante una larga estadía en Alemania. En efecto, Juan Martín de la Serna Ugalde y Edelmira de la Llosa tenían cuatro hijos cuando viajaron a la ciudad de Berlín: Carmen, Jorge, Juan Martín y Edelmira. Sara nació en aquel país y cuando regresaron a Buenos Aires llegaron los hijos menores, Arturo y Celia; es por esa razón que los hermanos mayores hablaban alemán y también francés. La muerte de los padres obligó a Carmen, con veinte años, a hacerse cargo de sus hermanos y hermanas.

La ausencia de su hijo Ernesto, las cartas que esperaba impaciente, los períodos en los que no recibía noticias, marcaron los últimos años de Celia.

Quiebres

La escritora tucumana Julia Constenla (1927) en su libro “Celia, la madre del Che” se remonta a los orígenes de la familia y nos ilustra sobre esos primeros momentos de conformación del árbol genealógico que tendría como descendiente al hombre que se transformó en el mito Che Guevara. “Celia no se interesó mucho en sus aristocráticos ancestros, supo que su abuelo, Juan Martín de la Serna, apoyó a Roca durante la Campaña al Desierto. La estancia de Chascomús, donde los nietos de don Juan Martín vivieron los más libres veranos de su infancia, podría ser parte de los trofeos de aquella incomparable victoria. Algunos otros campos de los que durante años Celia recibió dividendos que ayudaban a la economía familiar de su prole también fueron adquiridos como parte del botín ganado en la pelea contra los indios. Don Juan Martin, administró con sagacidad los bienes, fue miembro de la Sociedad Rural, compró por 30.000 pesos su título de senador, pagando como hacían casi todos los parlamentarios de la época. Su joven esposa falleció en la epidemia de fiebre amarilla dejando a su pequeño hijo al cuidado de una tía.”

En el departamento de calle Junín en el que los hermanos De la Serna pasaron su juventud, se reunía gente de diferentes procedencias, la mayoría gozaba de gran prestigio en el ambiente intelectual como Pedro Miguel Obligado, Victoria Ocampo, Gabriela Mistral, Roberto Arlt. Por ese lugar pasó Ernesto Guevara Lynch: ateo, seductor y seguro de sí, no concluyó sus estudios universitarios mientras la fortuna familiar se fraccionaba entre los once hijos de Roberto Guevara Castro, su padre. Ernesto “con su compradora insolencia” conquistó a Celia, que dejó atrás su fe religiosa, era muy joven cuando se casó embarazada el 9 de noviembre de 1927 ocultando esa verdad. Durante años fue un secreto de familia. Los recién casados recibieron unas hectáreas de campo y el compromiso de hacerles llegar aportes regulares por los bienes de los que se responsabilizaban.

La necesidad de ocultar el embarazo los llevó a la provincia de Misiones, a un campo recién adquirido por el matrimonio. El 14 de mayo de 1928 nació Ernesto Guevara de la Serna en la ciudad de Rosario. Hablaron de un parto “adelantado”.

Tono familiar

A Ernestito su abuela le decía Teté. La preocupación por ocultar el embarazo fue reemplazada por la del asma que sufría el niño. Se atribuía su enfermedad al hecho de que siendo muy pequeño se arrojó a nadar al río pasando mucho frío.

La situación económica de la familia era fluctuante. A principios de la década del treinta, Ernesto padre alternaba algunos trabajos y Celia se dedicaba a la crianza de sus hijos.

Alta Gracia en Córdoba fue un lugar elegido para aliviar el asma de Ernestito. Eran cuatro hijos y los Guevara consideraron a esa casa como el lugar ideal para ellos. Actualmente es propiedad del gobierno, ahí se instaló el Museo del Che.

En los años cuarenta la vida de Celia dio un giro. Durante la Segunda Guerra Mundial los intelectuales cordobeses en su mayoría apoyaban los países que combatían al nazismo. Ella participaba de trabajos de solidaridad con los aliados; su admiración por la cultura francesa ya se había expresado en actividades que apoyaban a las fuerzas que comandaba De Gaulle. Por ese entonces le diagnosticaron el primer tumor de mama, su marido estaba junto a ella tratando de protegerla. En la familia Guevara pasaron de ser republicanos durante la Guerra Civil en España a convertirse en antinazis durante el conflicto mundial.

El libro Canto inconcluso, de los investigadores cubanos Adys Cupull y F. González, está dedicado a la historia del Che y su familia; e incluye testimonios del entorno de Celia. La ausencia de su hijo Ernesto, las cartas que esperaba impaciente, los períodos en los que no recibía noticias, marcaron sus últimos años. Ella leía mucho y sus convicciones políticas se acercaban cada vez más a las ideas de izquierda. Una tarde, Aleida, la mujer del Che, llamó desde Cuba para saber cuál era la situación de Celia y le inquietó la palabra “paciente” cuando hablaban de ella. Falleció el 18 de mayo de 1965.

Con luz propia

La idea de “Las otras en nosotros” es poner la lupa en biografías de mujeres que en otro tiempo y en otro lugar acompañaron a personajes célebres de la historia: fueron hijas, hermanas, esposas, amantes, maestras, que brillaron con luz propia, pero quedaron recordadas en un segundo plano y hasta fueron olvidadas por las crónicas de época o tímidamente mencionadas.

La mayoría de los casos guarda relación con esta circunstancia, la de pertenecer a un círculo de ámbitos como los de la ciencia, la política, el arte, y las organizaciones sociales. Sin embargo, también haremos referencia a mujeres que, por su carácter temerario, sus aventuras fuera de lugar o su intrepidez quedaron fijadas en un imaginario popular que alimentó esos mitos con anécdotas y relatos que otorgaron rasgos ficcionales a sus personalidades o actuaciones.

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