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Agatha Christie, vivir para tramar enigmas

Agatha Christie, la gran dama del misterio.

Nacida como Agatha Mary Clarissa Miller, la maestra del relato policial capitalizó cada gota de sus experiencias para inocularlas a su literatura. Experta en el arte de disfrazar de ficción la realidad, engendró una literatura capaz de difuminar la frontera entre lo vivido y los artificios que supo ingeniar.

Alejo Román Paris

Especial para EL DIARIO

14 de diciembre de 1926, Harrogate (Yorkshire del Norte, Reino Unido). En la portada de un diario viejo, sobre la mesa de recepción del hotel Swan Hydropathic, Teresa Neel leyó sobre la desaparición de Mrs. Christie. Detrás de ella, los policías de Scotland Yard ingresaban al edificio.

Una discusión de pareja, la confesión de infidelidad y el pedido de divorcio de su marido habían sido el preludio de la misteriosa desaparición. Agatha Mary Clarissa Miller, mejor conocida como Agatha Christie, había desaparecido el 3 de diciembre. Su esposo, el Coronel Archibald, había cerrado el episodio avisando que se marcharía con su amante Nancy Neel. Esa misma noche la escritora desaparecería. Habían trascurrido 11 días de intensa búsqueda desde entonces, donde las principales sospechas y los interrogatorios de rigor cayeron sobre Archibald Christie.

La noticia había conmocionado a propios y extraños, e incluso cruzó el océano para aparecer en la portada del Times de New York. Agatha Christie seguía sin aparecer, y la pista de su auto abandonado a orillas de un lago oscurecía la investigación.

Cuando la policía ingresó al hotel, supo que Mrs. Christie se había registrado con el nombre de Teresa Neel. Curiosamente, o quizás no tanto, la escritora había utilizado el apellido de la amante de su esposo. Agatha Christie acusó amnesia, no reconoció a su marido, y fue asignada a tratamiento psiquiátrico.

Causal o casualmente, la madre literaria de Hércules Poirot y de Mss. Marple había protagonizado su obra maestra jamás escrita. El confuso episodio fue arrojado a la posteridad bajo una nebulosa de misterio y escepticismo.

Vida e insumo.

Nacida el 15 de septiembre de 1890, Agatha Mary Clarissa creció en el seno de una familia de clase media alta. Fue la menor de tres hermanos, que crecieron en una atmósfera de creencias esotéricas y hasta desarrollaron la idea de que su madre tenía poderes psíquicos. Algo de eso luego se proyectará como influencia en parte de la obra de la escritora maestra del misterio.

Su padre quiso que Agatha recibiera educación ambulatoria, así que aprendió en su casa. Aunque la madre de ella consideraba que no debía aprender hasta los 8 años, a los 4 sabía leer y escribir. Esto último allanaría el camino para que, desde muy joven, se convirtiera en una voraz lectora. Sus influencias fueron cambiando conforme fue creciendo: de las primeras historias infantiles pasó al surrealismo de Lewis Carrol, el autor de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865).

En noviembre de 1901, una serie de episodios cardíacos terminaron con la vida de su padre. Él tenía 55 años, y Agatha solo 11. Más tarde, ella reconocería que aquel evento constituiría el final de su infancia.

En 1905 ella y su madre se fueron a vivir a París. Allí Agatha, que había manifestado problemas disciplinarios y no había logrado adaptarse a la escuela en su ciudad, estudió en tres colegios diferentes. En 1910 regresaron a Inglaterra, pero casi inmediatamente partieron a Egipto por el plazo de tres meses. Su madre no estaba bien de salud y quisieron buscar un clima más amable en El Cairo.

Allí, aunque sin saberlo en ese momento, la escritora incorporaría experiencias que luego influirían directamente sobre su obra. Algún tiempo después de su regreso a Inglaterra, enfermó y debió guardar reposo. Fue entonces cuando escribió su primer cuento, y es a partir de allí que comenzó su recorrido por la literatura.

En esas primeras narraciones puede apreciarse la influencia por el espiritismo y lo sobrenatural que había incorporado de niña, bajo la influencia de su entorno familiar. Quien luego sería reconocida como la maestra del misterio, no incurriría en el relato policial sino después de haber leído a Wilkie Collins y a Arthur Conan Doyle. De esa fascinación emergió su primera novela, El misterioso caso de Styles. Este título es la presentación de Hércules Poirot: un ex miembro de la policía belga, refugiado en el Reino Unido. Aunque fue concebido por su autora bajo la influencia del exitoso Sherlock Holmes, al principio Christie no tuvo esa suerte en la búsqueda de editores. Antes que su primera novela viera la luz, hubo seis editoriales que rechazaron publicarla.

“Antes que la primera novela de Agatha Christie viera la luz, hubo seis editoriales que rechazaron publicarla”.

Caminos desandados.

En 1928, dos años después de los eventos de su desaparición, finalmente el matrimonio Christie-Miller se separó. Sin embargo, el éxito ya había atado a Agatha al apellido Christie con la publicación de la novela El asesinato de Roger Ackroyd (1926). La crítica de esta obra abrió paso a una controversia respecto de las bases tradicionales sobre las tipologías del relato policial.

En 1930, luego de un breve noviazgo, contrajo matrimonio en segundas nupcias con el arqueólogo Max Mallowan. A diferencia del anterior, este matrimonio perduraría hasta el fallecimiento de la escritora. Producto de las labores de Mallowan en diferentes excavaciones, la pareja viajó mucho y por diferentes partes del mundo. Estas experiencias también se proyectaron en la obra de Christie, desbloqueando además aquellos recuerdos del viaje a El Cairo con su madre. Así fue que, luego de su periplo por Turquía y Bagdad, la otra gran criatura de Christie empezaría a cobrar relevancia.

Miss Marple, anciana inglesa con un enorme conocimiento sobre la naturaleza humana, es el personaje con el que la escritora desarrolla el arquetipo del detective aficionado. Además, durante este período de su vida y a causa de diferentes experiencias laborales, Christie incorporó conocimientos sobre fármacos y venenos que también incluiría en sus relatos.

Entre 1941 y 1942, durante la segunda guerra mundial, se produjo una situación tan curiosa como extraordinaria que tuvo a Agatha Christie como protagonista. El servicio de inteligencia la investigó al descubrir que una de sus novelas narraba la historia de una cacería a dos espías de Adolf Hitler en Gran Bretaña. El MI5, encargado de la seguridad interna del Reino Unido, temió que la escritora realmente supiera de los planes del Führer. Algo que la investigación después descartó.

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