domingo , 28 abril 2024
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Concordiense convierte la arcilla en personajes autóctonos

Franco diseña vecinas y sus compañeros como figuras sueltas pero que parecen dialogar entre sí, con un gesto o una mirada.
La arcilla con la que trabaja Alejandra Franco, ceramista oriunda de Concordia, es la materia que tenía más próxima, en el río Uruguay. Con ella fue fabricando vecinas en batón, tomando mate o convidando empanadas, pero también figuras de la fauna autóctona, que transmiten el valor de lo local

No sólo es ceramista Alejandra Franco. De cada una de esas figuras que crea con arcilla, se filtran otros saberes. En cada una de las vecinas y vecinos de ojotas, vestidos coloridos, siempre sonrientes que la artista hace y que son prácticamente su sello, “lo que más me piden y se vende”, dirá, se asoma su profunda vocación por transmitir la cultura de río en la que se crió.

EL DIARIO conversó con la artista para saber cómo surgieron esas vecinas de arcilla roja, algunas de las cuales pueden verse en el Museo de Artesanías de Paraná. Antes, dio cuenta de los insumos que recolecta del río y luego de los proyectos en los que se involucra y otros que espera concretar.

“Empecemos por la arcilla que es la materia prima con la que modelo. Es una arcilla local que tiene la particularidad de poseer óxido de hierro, que es lo que le da un color característico al hornearla y además, es muy plástica para modelar. Para una ceramista es importante sentirse cómoda al momento de modelar porque es el medio para transmitir, independientemente de la figura, el discurso implícito de la obra”, apuntó. Enseguida sobrevinieron las primeras preguntas.

Franco diseña vecinas y sus compañeros como figuras sueltas pero que parecen dialogar entre sí, con un gesto o una mirada.

-¿Cómo es la tarea de recolección? 

-En general me gusta ir sola y darme tiempo para eso. Se la recolecta, después la dejo secar, la muelo, la paso por un tamiz; el siguiente paso es licuarla con agua hasta que quede con la consistencia de una crema. La paso por una malla fina y la dejo asentar unos días. El agua se va evaporando y ahí ya me pongo a trabajar con una arcilla con consistencia, que la puedo amasar como si fuera pan. Le coloco un 20 % aproximadamente de arena de río y un 10 % de talco industrial o piedra sapo, que son dos anti plásticos, que ayudan a soportar el shock térmico y hace que las figuras no se rajen al ir al horno. También le aportan esa textura rugosa que me gusta. 

-¿Qué tiene de particular esa arcilla?

-Que está dentro del corredor del río Uruguay, que la puedo buscar a 10 o 15 cuadras de la cuenca del río. Aparece arrastrada por el río desde hace milenios y cuando se retira queda como sedimento en la superficie. 

Yo hice la secundaria en una escuela de arte y más tarde, siendo adolescente, nos vinimos a vivir a un barrio, La Bianca, que está justo enfrente de donde busco la arcilla, a unos cinco kilómetros del centro de Concordia. Es decir, me quedaba muy a mano esta arcilla de acá y además tiene la particularidad que es muy plástica.

Estas mujeres de manos y pies grandes, en escenas cotidianas, son una marca característica de esta ceramista.

-¿Dónde te formaste?

-Estudié en la Escuela Municipal de Cerámica pero fue en las ferias donde comencé a entender y a aprender por qué la arcilla se transformó en un canal de comunicación con el otro. Ahí tenés dos metros para seducir al público y fueron las vecinas las que lo hicieron. Yo me sentía un espectador más del otro lado del stand, donde podía ver cómo ellas robaban carcajadas a los que pasaban por ahí, y lograban una comunicación entre desconocidos.

-¿Cómo fue la génesis de estas vecinas tan populares que creas?

-Fue un largo proceso. Viví unos años en Mar del Plata y el desarraigo hace que uno se aferre a lo que conoce y al paisaje de uno. Es totalmente diferente la percepción de vivir frente a un mar que vivir frente a un río. Estuve durante todo ese tiempo buscando algo que me identifique, contar de dónde provenía y quién soy. Como la artesanía tiene forma y contenido, de esa experiencia fueron surgiendo las vecinas. Yo venía modelando cabezas pero trabajando en ferias, la gente es muy frontal, te van haciendo sugerencias y uno necesita encontrar un producto para la venta.

Fui alineando todo ese conocimiento que traía, de hacer teatro, bailar folclore, y fui haciendo las primeras vecinas como personajes sueltos. Después tuve la necesidad de que interactúen como en diálogos imaginarios, bailando, compartiendo empanadas. 

Son muy particulares, yo digo que son de un realismo exagerado, con manos grandes y piernas fuertes.

Fortaleza femenina

-¿Por qué salieron así? 

-Son la representación de mi mamá, de todos mis parientes, diría. En mi familia hay una fuerte presencia femenina. 

Representar personajes como “Las vecinas” que son mujeres de mi barrio como el de muchos otros, me permitió visibilizar ese grupo de personas que formaron mi identidad, que me hicieron ser quien soy. Siento que a través de ellas puedo contar el entorno social, económico, político, emocional en que me formé. Son esa suerte de santas cotidianas que detrás de un batón o un delantal, esconden logros, fracasos, sueños, tal vez no realizados, que comparten en diálogos de veredas, coronados con un mate.

-¿Y eran de pisar fuerte esas mujeres?

-¡Sí! Mi mamá tuvo seis hijos, trabajó toda la vida y hasta siendo grande no supo cuál era su verdadero apellido. Era descendiente de sirios, mi abuela criolla pero también de ascendencia charrúa, y de esa combinación fueron apareciendo estas mujeres vecinas. 

Siempre estoy haciendo una, porque es lo que más vendo y me piden. 

-¿Qué otras series o figuras haces?

-Mis últimas creaciones están relacionadas con la fauna autóctona, el entorno en el que vivo. 

Tenía la necesidad de devolver todo lo que recibí, entonces hago talleres en distintos barrios. En 2014 empecé a planificar el proyecto ¿Me contás un cuento?, que me permite narrar a la vez que enseñar a modelar.

Me llamaron desde el Museo de Salto Grande para montar allí una muestra de mis trabajos y como venía con la inquietud de que no se usaba la arcilla en las escuelas, empecé a ir y hacer talleres en escuelas.

La arcilla es mágica. Tocaba el timbre y cada uno se iba con el modelado de su animal autóctono.

Por otra parte, yo estaba ilustrando cuentos folclóricos pero con arcilla, de ahí salieron esas 40 piezas que mostré en el Museo. En una segunda etapa me dediqué a recrear la fauna ictícola, y buscando, investigando, noto que no había mucho material como cuentos sobre peces. Así nació la idea de escribir el cuento El vestido a lunares de la raya, que se transformó en un audiovisual con mis piezas. 

También hice una serie con personajes como la solapa, el pombero, el lobizón, con el mismo estilo de las vecinas, y vasijas utilitarias siempre con marcas de lo autóctono.

-¿En qué proyectos nuevos estás actualmente?

-Tengo un proyecto en mente: tengo muchas ganas de hacer un homenaje al chamamecero Mario Millar Medina, compositor de El Rancho e` la Cambicha.

Más información

Quien quiera ver el video de El vestido a lunares de la raya, ilustrado con las figuras en arcilla roja de Alejandra Franco, puede hacer clic en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=7-cpUA3EMpg

Fotos: gentileza de César Pibernus.

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