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Paraná, la cuna de un hito disfrazado

Jorge “Ioy” Uranga es uno de los organizadores de la Fiesta de Disfraces desde 1999.
La Fiesta de Disfraces surgió en Paraná en 1999 como la celebración de cumpleaños de un grupo de amigos. Nada hacía suponer que el entusiasmo que generaba participar de la fiesta, atraería con los años a miles y miles de personas a la capital provincial. En 2002 la Fiesta abrió sus puertas al público y desde entonces, las convocatorias han sido un éxito y lideran el récord de asistentes en Latinoamérica. Uno de los organizadores, Jorge “Ioy” Uranga dialogó con BIEN! sobre el fenómeno que se repetirá el próximo 7 de octubre. 

En 1999, un grupo de veintitrés amigos de la capital provincial, conocidos como La Banda del Palo, que conformaban adolescentes y jovencitos que compartían grupos de rugby, básquet, escuelas y salidas habían dejado de reunirse con la asiduidad que mantenían por motivos de estudios que los llevaron a otras ciudades. Con el fin de reencontrarse, planearon coincidir en uno de los descansos en Paraná, durante el fin de semana largo del mes de agosto. Además, la fecha venía bien para festejar los cumpleaños del mes. Durante esas conversaciones organizativas a alguien se le ocurrió que la fiesta sea de disfraces, y así fue. Cada integrante sumó amigos y conocidos, y rápidamente se multiplicó la convocatoria. A los tres años se realizó en el Puerto, —donde hoy está la Sala Mayo—, la primera fiesta abierta al público. Jorge “Ioy” Uranga recordó: “La entrada costaba 2 federales y tenías una consumición”. En esos tiempos, los comentarios corrían de boca en boca y se acrecentaba el entusiasmo por participar de la fiesta. El festejo, un motivo para disfrazarse y muchas ganas de divertirse dieron rienda suelta a estos jóvenes, que año tras año llevaron adelante esta propuesta de entretenimiento, considerada la más grande de Latinoamérica. Para conocer más detalles de la Fiesta de Disfraces que tendrá lugar el próximo 7 de octubre, y de cómo esta iniciativa los acercó a participar en el empresariado de la ciudad, BIEN! dialogó con Uranga. 

Jorge “Ioy” Uranga es uno de los organizadores de la Fiesta de Disfraces desde 1999. Foto: Melina Londero.

—¿Cómo surge La Banda del Palo?

—Es un grupo de distintos lugares, compañeros del club, de la infancia, de la escuela. Somos 23, un grupo que se conformó en la adolescencia, y que hoy sigue consolidado después de tantos años. 

—¿Cómo fue que un festejo de cumpleaños derivó en la fiesta considerada la más grande de Latinoamérica?

—Somos seis amigos los que cumplimos en agosto y el festejo de los cumples fue una excusa para encontrarnos. En esa época habíamos terminado la escuela y algunos nos habíamos ido a estudiar a Rosario, Buenos Aires, y otros habían quedado en Paraná. Y bueno, nos contactamos por teléfono para hacer el festejo de todos el fin de semana largo de agosto, aprovechando que todos volvíamos a Paraná. Y entre todas las ideas de cómo festejarlo, una fue hacer una fiesta de disfraces y nos pareció divertido. Así arrancamos en el club Ciclista, pusimos un poco de plata para los gastos y un DJ. Por supuesto, como varios estábamos en otras ciudades trajimos algún compañero, alguna noviecita, vino mucha gente de afuera, éramos 200 personas. 

La Fiesta de Disfraces, un ritual que se renueva en cada edición.

—¿Cómo continuó después?

—Al año siguiente, cuando decidimos volver a repetirla, la gente que había ido y la había pasado tan bien, corrió la voz y venían los amigos de estos amigos. Creo que por eso creció de una manera exponencial, porque fue una difusión boca en boca. Esto hacía que la gente de afuera que había venido a Paraná por la fiesta y le había gustado, seguía enganchada y entusiasmaba a otros. Se corría la bola de que la fiesta estaba buena, y al año siguiente teníamos más del doble de gente. 

Los primeros años

—Para los primeros años de la organización de la fiesta, muchos de ustedes eran muy jovencitos, ¿cómo se organizaron?

—Sí, éramos chicos, teníamos diecinueve, veinte años. Al principio la hacíamos sólo para divertirnos, hasta que después no nos quedó otra que tomarla un poco más en serio y empezar a trabajar esta propuesta como un negocio. Formamos una empresa de amigos y todo lo que hoy sucede. Creo que el espíritu de querer festejar, y el hacerla año a año hizo que la fiesta crezca y llegue a lo que es hoy. Siempre queriendo que mejore y con muchas ganas de hacerla. 

Hoy el grupo de amigos sigue intacto, pero en la organización somos menos. Hay muchos que han tenido otras prioridades, como la familia, su trabajo, hay gente que no vive en Paraná, que no le puede dedicar el tiempo que lleva. Antes era como que lo organizábamos en un día. Hoy somos menos en la organización, pero en el grupo de amigos nos seguimos viendo juntando todas las semanas. Ya no están en el grupo organizador, no toman decisiones pero siempre están para dar una mano en lo que haga falta y colaborar, porque la sienten como propia.

El próximo 7 de octubre se realizará en Paraná, la 24ª Fiesta de Disfraces, uno de los eventos más multitudinarios de Latinoamérica. Foto: Gustavo Cabral.

Disfraces y turismo

“Todo el crecimiento que tuvo, que al principio fue por gente que corría la voz, eso también hizo que la fiesta se haga fuerte en Paraná. La ciudad la empezó a sentir como propia. La fiesta ha traído muchísima gente a Paraná de distintos lugares del país y del mundo. Turísticamente y económicamente la fiesta fue un gran empuje. Hay que considerar que en torno a la fiesta se generan muchas fuentes de trabajo, que en esa fecha se mejoran las ventas, que la capacidad hotelera y gastronómica se satura y que ese fin de semana es uno de los más fuertes en cuanto al turismo”, destacó Ioy. Y agregó: “El paranaense es un gran anfitrión, la gente pondera la amabilidad y la predisposición para dar una mano, recomendar algo, y creo que tiene que ver con que se adueñó de la fiesta”. 

—¿Con qué nos vamos a sorprender en esta edición?

—Vamos a tener cuatro escenarios, y siempre hay cositas nuevas para mostrar. Tratamos de seguir las tendencias que se vienen en las fiestas y festivales del mundo para no quedarnos atrás, porque nos parece que hay que estar a la altura y no presentar una cosa estancada en el tiempo. Además siempre buscamos mejorar los servicios, los accesos, fundamentalmente, lo que es la puesta en escena del lugar, el plano que sea cómodo, que la circulación sea buena, que la gente se sienta contenida y segura. Se invierte mucho en seguridad, en operativos dentro del predio, en médicos. Hay un montón de gente trabajando para que eso suceda y que el público sepa dónde está cada cosa si sucede algo, a dónde tienes que ir. Antes hacíamos todo nosotros, hoy trabajamos con productoras que trabajan en shows en Buenos Aires, que nos ayudan a coordinar.

Donde se cumplen los deseos

“La fiesta siempre tuvo esa esencia, como dice el slogan: ‘Ser lo que queremos ser’. Ser lo que quieras por una noche, divertirse con buena vibra y donde estamos todos disfrazados, cuidándonos. Por eso mismo, yo creo que la fiesta, más allá de lo multitudinario, lo que hizo siempre fue nivelar. Acá no hay diferencias en clases sociales, no hay ricos, pobres, empleados, profesionales, desempleados, políticos, nada de eso importa. El principal protagonista y artista de la noche es la gente disfrazada”. Añadió que: “Tuvimos muchísimos años sin un artista arriba del escenario, y hoy la gente demanda y quiere que saber quién va a estar. Pero bueno, hay que adaptarse a los tiempos. Pero siempre fue una fiesta pensada para para la gente y no para para un artista, como puede pasar en un show”.

La previa en el Rosedal, un clásico que se repite todos los años.

En la actividad comercial

—Han incursionado en distintos emprendimientos gastronómicos de la ciudad, ¿es la misma sociedad de la fiesta?

—No, no tiene nada que ver con la fiesta, es otra sociedad. Si bien somos algunos de la fiesta que estamos en Flamingo, 501 y Gambrinus, es una cosa aparte con otra sociedad. Como organizadores de la Fiesta de Disfraces tenemos el cotillón Mascarita y hay un proyecto de abrir un café, más adelante. De a poquito vamos armando como una estructura con algunos negocios periféricos. 

Rumbo a los 25 años

El próximo 7 de octubre se realizará la 24ª edición de la Fiesta de Disfraces. “El balance es superpositivo, la verdad que lo hemos hablado mucho para hacer una fiesta exitosa durante años. Ya son veinticuatro años más allá de que cuatro o cinco fueron a modo de festejos y poníamos dinero los cumpleañeros. Después cuando seguimos haciéndola otros dos años con una entrada mínima y con el plan de salir derechos, también funcionó.  Hasta que después la encaramos como un negocio que da una rentabilidad interesante, y seguir invirtiendo para ofrecer más cosas”, destacó Ioy. 

En cuanto al clima, dijo: “Siempre nos fue bien, nunca ha sucedido nada más allá de que tuvimos algunos imprevistos, como alguna vez de reprogramar la fiesta por lluvia, y y una vez que la tuvimos que cortar a la mitad de la noche por otra lluvia. Pero de esos errores fuimos aprendiendo también a mejorarla y que la última fiesta, la de noviembre, abrimos la puerta y llovía, y a las seis de la mañana volvió a llover, y la fiesta continuó con normalidad porque tomamos los recaudos”. 

Sobre la 25ª edición del 2024 anticipó: “Creo que va a dar un poco de nostalgia a la gente que ya dejó de ir. Me parece que van a querer disfrutar y ser parte de ese festejo de los 25 años”.

Los tickets

Los tickets para la FDD están a la venta y se pueden adquirir online en: https://www.fdd.com.ar/tickets.html La preventa se realizó en junio y duró un mes, vendiéndose casi 20 mil tickets. En ese sitio, además, se pueden comprar los tickets para el Campamento Manija, que incluye también la previa. “Lo pensamos para extender la experiencia de la fiesta y sobre todo ante la falta de camas y alojamiento que hay en Paraná con tanta con tanta gente que viene de afuera”, dijo Uranga. 

Sobre la cantidad de asistentes, remarcó: “Preparamos la fiesta pensando en la cantidad de gente, que es entre cuarenta y cincuenta mil personas”. 

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