lunes , 29 abril 2024
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Aprovechar la filosofía para construir otras ciudadanías

Hay un estigma en torno a que los jóvenes no se interesan por los temas de la comunidad. Foto: Gustavo Cabral.

En épocas en que se multiplican las discusiones y apelaciones políticas, recobra valor un ejercicio de la filosofía que ayude a identificar problemas, fundamentos y propuestas. Ejercer el pensamiento en este sentido, es clave para los jóvenes que se integran a los electores.

Mónica Borgogno

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Este año electoral con lo dicho y lo sugerido en tiempo de campaña, las promesas de precandidatos o precandidatas, las deudas o herencias, los liderazgos, la vida institucional y sus formas, instan a cualquier ciudadano a pensar, recordar, confrontar para poder decidir qué hacer a la hora de votar. Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que tendrán lugar el 13 de agosto, o bien, las generales del 22 de octubre, serán oportunidades en las que cada uno elegirá a sus representantes.

La gimnasia de debatir, informarse y reflexionar, se supone que se ejercita a diario; aunque, a juzgar por algunos enunciados públicos o acciones cotidianas impulsivas o inconscientes, puede dudarse de que aquella práctica se materialice. Ironías aparte, como se trata de activar el pensamiento, EL DIARIO consultó a la doctora en Filosofía, profesora emérita de la Universidad Nacional de Tucumán, Susana Maidana. Ella es la principal impulsora de la Olimpíada de Filosofía, una iniciativa que conmina a leer a pensadores y a hacerse preguntas.

Hace poco estuvo en Oro Verde, a propósito de unas jornadas de las que participaron alumnos de la Escuela Alberdi y docentes. Allí se estableció el contacto con Maidana, que se reactivó en las últimas horas vía telefónica.

Como se sabe, a partir de la ampliación del derecho al voto en elecciones nacionales -establecida en 2012-, los argentinos de 16 y 17 están habilitados para sufragar. Esta situación plantea un dilema interesante: cómo cautivar a los más chicos en cuestiones que en general están en manos de los mayores, como son las decisiones políticas. Sobre estas cuestiones versa la entrevista que sigue.

Inicios.

¿Cómo surgió su relación con la filosofía y la olimpíada?

–Mi vínculo con la Filosofía surgió siendo muy chica porque mi papá proyectaba películas en el cine Coliseo Palermo, en CABA. Con mi mamá le llevábamos la cena todos los días. En esas ocasiones yo veía las películas desde la cabina o desde un sector privilegiado de la platea. Desde ese momento fui enamorándome del cine. Cuando miro en retrospectiva siento que esa fue la entrada al mundo de la filosofía, que jamás abandoné.

Entre el cine y la filosofía hay varios aires de familia: exponen un mundo con sus conos de luces y de sombras, nos enfrentan a diferentes formas de vida y nos comprometen en la búsqueda de sentidos.

Y mi relación con la Olimpíada de Filosofía se dio cuando en el 2005 leí en un diario que el Ministerio de Educación de la Nación abría un concurso de un Programa de Articulación entre las universidades y el nivel medio. Inmediatamente integré un equipo con profesores de Filosofía, cuyo proyecto resultó electo, habiendo competido con la UBA. Así comenzamos esta aventura del pensamiento, que dura hasta la actualidad.

“La función de la educación y la filosofía es emancipar a los sujetos de las cadenas mentales que nos aprisionan”.

¿Con cuál o cuáles corrientes de pensamiento se identifica?

–Desde mi condición de estudiante, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, me apasioné por la filosofía moderna (período que va entre el Renacimiento y la modernidad hasta fines del siglo XVIII y parte del XIX) por ser un momento de crítica al criterio de autoridad y de desarrollo de las ciencias. Dos preocupaciones ocuparon los intereses de la modernidad: descubrir un modo de conocimiento que permitiera los cambios que se requerían tras la caída del feudalismo e investigar los sistemas políticos que exigían los nuevos tiempos, es decir, el absolutismo y el liberalismo. El conocimiento era necesario para construir un mundo cambiante y la filosofía política, para construir un mundo adaptado a la caída del sistema medieval.

También me dediqué a dialogar con la filosofía contemporánea, especialmente, con Friedrich Nietzsche, Michel Foucault y la filosofía del lenguaje, siguiendo a Ludwig Wittgenstein. El estudio sobre el lenguaje es una de las temáticas actuales más importantes al descubrir que el lenguaje hechiza, estigmatiza y tiende a convertir en natural lo que es cultural y social.

La olimpíada se cimenta en la escritura de los jóvenes, en un género difícil como el ensayo –difícil de enseñar también-, y el diálogo. ¿Qué deduce de la experiencia de escuelas que ponen en práctica estos insumos y formas?

–Nuestro Programa de la Olimpíada de Filosofía tiene dos particularidades. En primer lugar, la forma de evaluación y, en segundo lugar, los objetivos que se plantea. Mientras la mayoría de las olimpíadas y la educación, a lo largo de todo el sistema educativo, desde el primario al universitario, usan la modalidad de la pregunta de opción múltiple o multiple choice, la nuestra privilegia la escritura de ensayos para los estudiantes de cursos superiores de la secundaria y el diálogo para los del primer ciclo de la escuela media. Es decir, no hay solo dos respuestas posibles (verdadera o falsa) ante un hecho o acontecimiento, sino que las incertezas invadieron los territorios del saber a partir de los nuevos descubrimientos de la física contemporánea, que pusieron en cuestionamiento la relación causa- efecto, el determinismo, la incerteza, la existencia de entidades simples, entre otras.

Por cierto, tratándose de temas relacionados con las Humanidades y las Ciencias Sociales no existen leyes universales ni determinismos. Pero reconozco que los docentes del nivel medio que acompañan a los estudiantes en la experiencia de nuestra olimpíada, han valorado esta nueva forma de evaluar y han tenido grandes éxitos.

Una muestra de ello es el libro La comunidad del Búho, que reúne escritos de los estudiantes de la secundaria Alberdi, de Oro Verde, que en distintos años compitieron en estos certámenes, acompañados por los docentes que siempre tuvieron un rol fundamental.

“Los docentes deben estar dispuestos a escuchar, antes que a dar recetas. En este marco la filosofía es útil en tanto disparador de preguntas”.

Romper estereotipos

¿Cuáles son los principales objetivos de estos certámenes?

–Menciono dos. Uno es el apasionar a los estudiantes en la importancia que tiene el conocimiento y el rol de la curiosidad, las preguntas, el no dejar nada como está, sino cuestionar y demoler prejuicios. La función de la educación y la filosofía es emancipar a los sujetos de las cadenas mentales que nos aprisionan.

El segundo objetivo es romper con la imagen instalada respecto de que los jóvenes no trabajan, no estudian; son vagos e indolentes; cuando lo que vemos en sus trabajos en la Olimpíada de Filosofía muestra que son creativos y capaces de decir aquello que permaneció no hablado y ocultado.

En su opinión, ¿con qué lecturas los jóvenes se sienten más atraídos y movilizados?

–Los jóvenes se interesan por lecturas disruptivas, cuestionadoras. Se deleitan con Friedrich Nietzsche, Michel Foucault, y Albert Camus, es decir, con pensadores que los hagan reflexionar y les den señales para construir su proyecto de vida.

La Olimpíada de Filosofía parte de temas que ocupan y preocupan a los jóvenes como la libertad, el cuerpo, la discriminación, el odio y la estigmatización del otro, y, especialmente, de los sectores vulnerables.

Con los jóvenes que viven en contextos de violencia, de falta de horizontes y, especialmente, en momentos electorales y de mucha crispación, es necesario promocionar la distinción entre lo política y los políticos.

¿Cuál sería?

–La política es el ámbito del “entre”, del diálogo con los otros, de la solidaridad, del encuentro y de aceptar que el otro puede ser mi adversario, pero no mi enemigo. En cambio, los políticos es un

a noción que da cuenta del grupo de ciudadanos que se dedica de manera sostenida o profesional a la gestión pública.

¿Qué lecturas propondría a la nueva generación de votantes?

–Recomendaría fundamentalmente un libro titulado Cultura Política y Democracia en Argentina, del docente e investigador José Eduardo Jorge, porque subraya la importancia de la participación, el compromiso, y el respeto de la diversidad, como ejes que fortalecen la democracia.

Considero que los jóvenes se interesan más en las imágenes y, en ese sentido, es importante el cine con películas como La historia oficial y Argentina 1985, que debieran ser objeto de debate en las escuelas.

En la filosofía contemporánea, el objeto fundamental de reflexión es el lenguaje, precisamente porque no sólo tiene la función de comunicar sino también de ocultar, de poner rótulos, como, por ejemplo, afirmaciones del tipo “los negros son sucios”, “los pobres roban”, “los jóvenes no trabajan ni estudian”, “los hombres no lloran”. Estas aseveraciones no tienen en cuenta la complejidad y la diversidad de las personas.

Las investigaciones muestran que hay diferentes juegos de lenguaje con sus propias notas y que imaginar un lenguaje es imaginar una forma de vida como plantea Ludwig Wittgenstein. No hay un lenguaje ni una forma de vida mejor que otra. Vivimos en un mundo en el que las esencias tienden a desaparecer, entonces, la investigación sobre el lenguaje es crucial para evitar las estigmatizaciones y rótulos que empobrecen la realidad social.

A la vez, creo que es fundamental la lectura de novelas latinoamericanas porque entrenan en la lectura y son indicios para practicar la tolerancia. Pienso en nombres propios, como los de Guadalupe Nettel, Ángeles Mastretta, Isabel Allende, o Juan Rulfo, que a su vez disparan la reflexión.

Destino a construir

La pregunta y respuestas posibles por el quiénes somos y hacia dónde queremos ir, parece no zanjarse en el país. En el actual marco, cuál es el rol de los docentes en relación a los jóvenes, se le consultó a la doctora en Filosofía, Susana Maidana.En el contexto argentino, las preguntas sobre quiénes somos y hacia dónde queremos ir, cobran relieve; los docentes deben tener una buena escucha y no dar recetas de vida porque cada cual debe armar su propio diseño de existencia. En este marco la filosofía es un disparador de preguntas”, reflexionó.




La dinámica de la olimpiada ayuda a construir ciudadanos comprometidos.

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