jueves , 12 diciembre 2024
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El oficio del platero, un bien que vale la pena preservar

Las salas del Museo Histórico motivaron interesantes intercambios vinculados a la platería. Foto: Sergio Ruiz.

Un nuevo contingente de curiosos ha iniciado un periplo por el oficio del platero, a partir del rico acervo con que cuenta el Museo Histórico Martiniano Leguizamón. Ayer hubo una recorrida por la colección, prólogo de instancias de trabajo donde se pondrán a dialogar aspectos instrumentales con la historia.

La Asociación Civil Entrerriana de Plateros y Plateras, el Museo Histórico de Entre Ríos “Martiniano Leguizamón” y el Taller Lágrima de Luna (Oro Verde) con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Provincia y del Municipio de Oro Verde han acordado llevar adelante un proyecto en tres etapas cuyos objetivos esenciales son contribuir a la preservación del oficio de platero y de nuestro patrimonio histórico y llevar adelante un acercamiento a la producción artesanal platera.

La primera etapa se llevó a cabo ayer en la sede del Museo Histórico de Entre Ríos y consistió en una visita por las salas de la institución para la observación específica, contextualizada, de las piezas de platería existentes en cada una de ellas.

Luego, las personas inscriptas tuvieron una aproximación a piezas preseleccionadas de la colección de platería que debieron observar y describir a partir de los ítems de una ficha, antes de haber elegido un detalle que fotografiarán para replicarlo.

La segunda etapa (1 y 2 de junio, en jornadas de 4 horas) se enfocará en el Taller Lágrima de Luna, bajo la supervisión del maestro Martín Kornicki. Allí, los plateros y aprendices trabajarán en la elaboración de la réplica del detalle elegido: observarán las fotografías, realizarán el dibujo de base, considerarán las técnicas a aplicar y elegirán las herramientas correspondientes.

Un tercer momento volverá a desarrollarse en el Museo Histórico de E. Ríos. Será el viernes 14 de junio, con una propuesta que incluye una charla abierta al público y a los plateros en particular, sobre el marco histórico, el perfil de la colección del Museo Histórico, con consideraciones del estilo y carácter de la representación social de las piezas; el análisis de una pieza y evaluación del desarrollo del proyecto y sus resultados; y una muestra integrada por las piezas preseleccionadas y las representaciones de las mismas realizadas de modo experimental y de las herramientas utilizadas. Ese día, se proyectará un video de registro del desarrollo de la experiencia.

Esta actividad con el apoyo del video producido será replicada a posteriori en al Museo Regional Conrado Hasenauer, de Oro Verde, que siempre responde y acompaña propuestas de este tipo.

Rico patrimonio

La colección de platería criolla que está alojada en el Museo Histórico Martiniano Leguizamón es de gran importancia en cuanto a su calidad y cantidad. Los propios hijos aseguraban que Don Martiniano tenía “la locura de las cosas viejas”. Curioso, meticuloso investigador, fue conformando un museo personal en su residencia bonaerense, hasta que un día la familia decidió donarla a la provincia de Entre Ríos.

La primera pieza fue el mate de plata que doña Paula, su madre, le pusiera en la maleta de estudiante cuando en 1874 salió de la estancia rumbo al Colegio de Concepción del Uruguay donde obtuvo el título de Bachiller.

El acopio de objetos no cesó y un día, su descendencia donó a Entre Ríos un conjunto de piezas museológicas que incluía mobiliario, lámparas, candiles, piezas de platería criolla (incluida una colección de más de 70 mates de plata, bombillas y accesorios), espuelas, armas blancas, boleadoras, prendas de la vestimenta criolla, elementos trabajados en cuero, morteros, material lítico de la nación Chaná, una pinacoteca, estandartes, ladrillos y la veleta del famoso palomar de Caseros, donde resistieron las tropas de Rosas, un valioso medallero de plata (con los distintos cincelados de los primeros pobladores que se dedicaron a este arte, y  no solamente de entrerrianos, porque los había de quienes se habían dedicado a ello en distintas provincias, en la República Oriental del Uruguay y en el Paraguay), material bibliográfico, hemerográfico y documental (distintos documentos y actas, escrituras, partidas de nacimiento de la época de la Confederación).

Esos tesoros permanecen a disposición de residentes y visitantes en la esquina sureste de Laprida y Buenos Aires. El patrimonio en plata concentró la atención ayer de un contingente de futuros artesanos, guiados por Daniel Bravo, Martín Kornicki y Griselda De Paoli.

El afán de salvar del olvido el rico acervo de las tradiciones y costumbres nacionales, que motivó a Martiniano Leguizamón para estudiar los más diversos aspectos de nuestra cultura histórica y tradicional, se mantiene vigente con estas acciones del Taller Lágrima de Luna, que funciona en Oro Verde.

Trabajo sostenido

Hace unos meses, la periodista Mónica Borgogno cronicó una de las tantas instancias de formación que se llevan adelante. En esa ocasión, unas quince personas de diferentes edades y profesiones, estaban sumidas y concentradas en calar primero un pequeño círculo, luego un cuadrado y después una forma con distintas curvas.

Repujado, cincelado, calado, son algunas de las técnicas que fueron probando en cada una de estas citas.

“Paciencia es un término relativo para describir el trabajo con el metal, lo que sí, el tiempo pasa volando”, indicó Kornicki ante una pregunta, aquella vez, para enseguida profundizar sobre los términos propios del oficio. “Repujado, cincelado, son diferentes técnicas. A la vez hay distintas técnicas de cincelado para decorar la chapa. Hay otras que son paralelas como el calado, o la soldadura. Cada cual tiene su riqueza y te sirven para terminar una pieza. El oficio está compuesto por el dominio de todas esas técnicas. Cincelar, por ejemplo, es modelar una pieza a través de golpes con cinceles que son pequeños cortafierros con diversas formas. Repujado es lo mismo, pero le pegas desde atrás a la pieza para darle volumen. Pegándole desde arriba se genera otro efecto, está también el cincelado a flor de agua que es como un grabado, es plano, pero trabajas con sombreados, puntos, para simular volumen”.

Merece destacarse que la investigadora Griselda De Paoli promovió y realizó un relevamiento, motivada por la duda sobre si puede hablarse de la existencia de una platería distintiva de este territorio. “Lo que distingue a la platería en el litoral es la combinación entre lo cincelado y la superficie lisa. Observamos que las piezas no son tan recargadas o barrocas”, definió.

Ante una consulta, De Paoli, explicó que “en Entre Ríos, sobresalen dos figuras: la del orfebre, grabador y platero italiano Pablo Cataldi, que a la vez impulsa la escuela de artes y oficios, y que -si bien no pudo concretarse totalmente- dejó plantada una bandera que aún flamea en la costa del Uruguay, donde se está volviendo enseñar platería. Y la del maestro Kornicki, que ya lleva dos décadas enseñando en Oro Verde. Por eso nos da alegría tener personas interesadas en aprender este oficio”.

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