viernes , 11 octubre 2024
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El humor, vía para acceder a la profundidad de lo humano

“Empecé a escribir teatro por necesidad”, confiesa el dramaturgo.

La dramaturgia entrerriana ha logrado una nueva conquista. El primer premio en un certamen nacional de teatro de humor fue otorgado a El amigo invisible, pieza escrita por el director Juan Carlos Gallego en coautoría con Emilio Ferrero. La obra se estrenará en la próxima edición de la Fiesta El Cigomático Mayor, en La Pampa. “Algo interesante está sucediendo en la zona con este cruce”, aseguró el director a EL DIARIO.

Carlos Marin

“Hoy el verdadero humor pasa por Whatsapp. Puedo mandar algo que va a hacer reir mucho, pero sólo a las personas que pueden compartir ciertos códigos”, dice Juan Carlos Gallego. Y advierte que “no conviene publicar lo mismo en redes, porque seguramente recibiré comentarios agresivos o negativos”. El actor y director porteño que se radicó hace más de 30 años en Paraná, sabe de qué habla. Referente de la escritura y del teatro con humor, el dramaturgo acaba de ser premiado nuevamente con una distinción nacional.


La obra teatral El amigo invisible, que escribió en conjunto con Emilio Ferrero, acaba de recibir el primer premio del `Certamen Nacional de Obras de Teatro de Humor, Fiesta del Cigomático Mayor´, que se lleva a cabo con el auspicio de Argentores, el INT (Instituto Nacional de Teatro) y la Secretaría de Cultura de La Pampa.
“Realmente estoy muy feliz de haber sido nuevamente premiado en el certamen. Ya lo había logrado en las dos convocatorias anteriores”, contó el autor que en esta ocasión compartió la autoría de la pieza distinguida con Emilio Ferrero, a quien considera “un querido amigo”.

Apenas iniciada la entrevista con EL DIARIO, Gallego hace notar que “otro de los ganadores asiduos de este certamen de dramaturgia de humor es un amigo de Emilio y mío: el paranaense Gustavo `Koky´ Satler”. Y suma en la lista de premiados en las siete ediciones del certamen al santafesino José Ignacio Serralunga. En ese sentido destaca: “Algo interesante está pasando en nuestra zona con el teatro y el humor”. Es que con siete concursos realizados, Satler fue premiado en dos de ellos y Serralunga en tres. Gallego también fue premiado en igual número de oportunidades: en 2019 con El clon de Dios; en 2020 con Voy a marte y este año con El amigo invisible.

“Aprovecho para agradecer públicamente a la secretaría de Cultura de la Pampa, a la Fiesta del Cigomático Mayor, al organizador de toda esta gran movida cultural el señor Omar Lopardo, al INT y a Argentores”, agregó el director, que nació en Buenos Aires pero se radicó en Paraná hace más de 30 años.

NECESIDAD AUTOIMPUESTA
Sin antecedentes de vocaciones artísticas en su familia, sus primeros pasos fueron en el Jardín de Infantes y en la escuela primaria, donde participó en actos escolares. Luego, en la adolescencia comenzó a formarse en El Vitral, grupo teatral porteño. A los 18 años llegó a Paraná y se enamoró de la ciudad al punto que se quedó a vivir desde entonces. Fue hace casi cuatro décadas. Luego llegó la actuación, su paso por diferentes grupos y su trabajo y amistad con Lito Senkman, con el cual recorrió gran parte de su trayectoria. A la par comenzó a dictar talleres en distintos espacios y hoy gestiona la sala Arteatro con su socia Graciela Crolla. Allí se ubica el inicio de su etapa como dramaturgo.


“Empecé a escribir teatro por necesidad y como una obligación”, admite Gallego en la entrevista con EL DIARIO. Y agrega: “En los talleres que coordino, nunca trabajo con menos de una docena de participantes. Una vez llegué a trabajar con 17. Casi no existen obras que tengan tantos personajes, que logren una participación más o menos parecida de todos, y desde algún lugar atractivos. Ante la incapacidad de encontrar esos textos, me puse a escribirlos yo mismo, casi diría, a medida de lo que necesitaba”.


El gran espaldarazo a esa decisión llegó con una de las primeras obras que escribió, titulada Hemos perdido el juicio. El trabajo ganó distintos premios. El texto “tuvo mucha aceptación y empezaron a pedírmelo desde distintos lugares del país. Incluso llegó a presentarse en Sevilla, y Valencia (España). También en México y Colombia. Una cosa llevó a otra y un día, un poco saturado de escribir textos para resolver el problema de los grupos de taller, empecé a escribir cosas que yo tenía ganas de escribir”. Fue así que aparecieron Voy a Marte; El clon de Dios; y El amigo invisible, por una sugerencia de Emilio Ferrero, coautor de esta obra que aborda la amistad y la mirada social respecto a cuestiones como la identidad y “la configuración que hacemos de las otras personas, cómo construimos al otro en nuestros esquemas mentales”.


Gallego adelanta que el nudo de la trama de la obra premiada recientemente es simple, podría decirse que se trata de una situación dramatúrgica clásica: dos jubilados, amigos desde la infancia, se encuentran en un banco de plaza. En el medio una confesión de uno de ellos los llevará a internarse en las profundidades de su amistad. El texto, teñido con mucho humor presenta dos personajes que han tenido vidas difíciles, con las exigencias de la gente común. Uno de ellos trabajó desde chico, ambos tuvieron adolescencias complejas.

MODO DE VIDA

-¿Por qué se volcó a trabajar como autor con el humor?

-Porque es mi forma de vivir. Siento que el humor nos salva constantemente. Aún en los momentos más terribles de mi vida lo tuve. Creo que, por otra parte, es una herramienta interesante para decir lo que uno piensa y siente. Uno intenta contar cosas, muchas dolorosas. Pero si lo hace a través del humor, tiene otra llegada. Para mi hacerlo de este modo es fundamental. Creo que fue Kartún (Mauricio), el que dijo `no concibo una buena obra de teatro que no tenga algo de humor´. Hasta las tragedias lo tienen. Y a mi me gusta explorar la condición humana desde allí.

-Abordar el humor al concebir una historia es algo complejo, un desafío, por todo el abanico que plantea entre sus distintas gradaciones (la ironía, lo grotesco, el desparpajo, el equívoco, el absurdo, etc.) ¿Con cuál le gusta más trabajar?

-Cuando escribo obras de teatro de humor, en general empleo todas las posibilidades y recursos que me brinda la paleta humorística. Si planteo una obra solamente con un humor muy sutil, mordaz, inteligente, estoy seguro que dejo afuera de la posibilidad de reír a un montón de gente. Si, por otro lado, propongo un texto con un humor muy directo, ramplón, también hay público que no quedará conforme. Entonces para mí la clave está en poder intercalar recursos, saltar de uno a otro y equilibrar un texto entre distintas posibilidades. Lo único que no me gusta es trabajar con el humor escatológico.

-¿Qué implica en su quehacer cotidiano trabajar en la escritura de una obra teatral?

-Sostener una rutina, ser sistemático, cierta disciplina. Mucho trabajo. Un secreto: a mi no me cuesta escribir. La dificultad está en encontrar el tema sobre el cual quiero hablar. Una vez que lo hallo y me digo `sobre esto quiero escribir´, la cosa comienza a fluir de modo muy natural. Tanto como los cuentos que he realizado y por los que he sido premiado. (N de la R: Gallego fue distinguido en los certámenes literarios de la Biblioteca Popular del Paraná y obtuvo el Premio Literario Municipal). Te diría que se escriben solos, casi de un tirón. Después me dedico a corregir, tachar, reescribir.

-¿Qué autores considera referentes en esta tarea?

-He leído mucho más de literatura en general que de dramaturgia. En la escritura teatral soy autodidacta. Me he manejado -por la necesidad de contar lo que quería- con la intuición. Lo mismo vale para la construcción de personajes y situaciones, pensando a partir de los recursos con que cuento, es decir los actores que tengo en el taller y las situaciones que puedan amoldarse a ellos para que en el escenario puedan hacer un papel muy digno. Tengo que reconocer los aportes de Roberto Fontanarrosa, el inolvidable Negro, que escribió desde el humor. Y también me gusta mucho la forma de escribir que tiene Eduardo Saccheri. Cuando comencé a escribir me di cuenta que en el modo, el tono, me identificaba mucho con él.

GÉNERO SUBVALORADO

-¿Por qué le parece que el humor, en el panorama de la creación teatral, por lo general aparece como un género subvalorado?

-No sabría decir por qué sucede, pero es algo a nivel global. Fijate que hay pocas películas ganadoras del Oscar que estén dedicadas a la comedia; muy pocos actores que hayan sido premiados como Mejor actor y que hayan hecho comedia. Lo que sucede con el drama, me parece, es que resulta un modo directo de movilizar al espectador, es una vía más directa para conectar con los sentimientos que cuando se trata de conmover desde la risa, que resulta siempre algo más complejo. En ese sentido, pienso que el humor implica siempre una profunda apelación a la inteligencia humana.

-En ese marco ¿qué dificultades encuentra al momento de sentarse a escribir y crear?

-Si uno se deja arrastrar por lo políticamente correcto no podría hacer más humor. Porque no podés soltarte para crear porque el corset que te pone lo políticamente correcto te limita. A mi lo que me va es hacer lo que me gusta.Y me olvido del resto. Cuando considero mis propios textos, en las situaciones y diálogos que propongo, pienso que si lo que planteo me hace reir a mí, seguro logrará lo mismo con un montón de personas como yo. Apunto a eso. No me dirijo a un público especial, sino a gente común, como yo; una persona promedio.

-¿Proyectos?

-Siempre trabajando en los talleres, con muchos alumnos. En talleres y cursos en Arteatro con mi socia, Graciela Crolla. En lo personal, como actor, siento que estoy huérfano. Luego del fallecimiento de Lito Senkman me costó mucho volver a actuar. Apareció luego una propuesta para hacer una obra con el querido Jorge Ricci, con dirección del cordobés Luciano Del Prato. Pero cuando falleció Jorge, esa sensación de orfandad retornó. Hoy dudo bastante respecto a quién entregarme como actor para poder regresar a la escena. Porque considero que debe existir una relación de afecto y confianza plena con el director. Si no existe eso, involucrarme de lleno en un proceso de trabajo me resulta extremadamente difícil.

“Si me dejara arrastrar por lo políticamente correcto no podría hacer más humor”, señala el director.

Posición resistente

-Juan Carlos, en la escena teatral contemporánea ¿elegir trabajar con el  humor implica optar por una posición de resistencia frente a corrientes actuales en boga?

-No me cabe ninguna duda. Es más, creo que la resistencia que en estos días se hace desde el teatro, se canaliza a través del humor. Desde allí nos estamos animando a decir las cosas que la mayoría calla. Creo que la política de la cancelación, que anula lo que no encaja en lo políticamente correcto es una forma de censura de la peor calaña. Esto es algo terrible que nos está pasando en occidente a nivel cultural y social. Con Emilio Ferrero, coautor de El amigo invisible, lo que sostenemos es que el humor genuino circula únicamente por Whatsapp, entre las personas que tenemos afinidad con ciertos temas.
Nadie se anima a compartir por las redes textos, ocurrencias, chistes, que nos pueden hacer reír porque es muy fuerte lo que puede llegar a caerte encima por parte de los usuarios. Por cualquier tema sobre el que uno opine, hay mucha gente que te critica, a veces ferozmente y sin mucho sentido. A veces me parece que socialmente hemos perdido la posibilidad de darnos ese permiso de reírnos de lo que nos pasa.

Fiesta mayor del teatro de humor

La Fiesta del Cigomático Mayor es un evento anual que comprende una convocatoria a autores nacionales de escritura de teatro de humor. Las obras, que llegan de todo el país, son evaluadas por un jurado pampeano. La iniciativa premia seis comedias que se editan en un libro y luego son puestas en escena por elencos pampeanos. El certamen tiene ese nombre porque el cigomático es el músculo que forma la mueca de la risa.
Esta iniciativa cultural, cuenta con el auspicio de Argentores, de la colaboración del Instituto Nacional de Teatro ( Delegación Provincial), de la Secretaría de Cultura y Extensión de la Universidad de La Pampa y de la Fundación Solarys.
La convocatoria está destinada a obras de teatro de humor. de una duración no inferior a 45 minutos ni superior a los 60 minutos, para público adulto, sin límite de personajes, temática, propuesta estética o de montaje. El jurado valorará aquellas obras que prevean condiciones accesibles de realización.
Las obras presentadas, no podrán haber sido estrenadas en el país o en el extranjero, ni publicadas total o parcialmente, ni premiadas o distinguidas

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