sábado , 27 abril 2024
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Qué hay para ver

El arte de conectar con otra percepción.
El arte de conectar con otra percepción: Cuando sólo falta una invitación para abrirse al diálogo con el pasado lejano (tal vez desconocido) que ha cimentado la mirada actual, la India de los años 50 puede parecer ajena, pero en todo caso, habrá que ver si tanto. También allí una familia enfrenta los avatares del destino entre la pobreza y la esperanza

Mirar cine de otras latitudes y otros tiempos pone en diálogo la cultura, las costumbres, las maneras. En este caso es una película de India que escapa al ya popularizado Bollywood de los musicales de impacto para traer en cambio un tiempo-espacio un poco más acompasado y cargado de otras perspectivas. 

Paher Panchalli es una película india de los años cincuenta, conocida en las regiones hispanohablantes, como La canción del camino. Aunque el título suene a adaptación paradójicamente es casi literal su poesía. Tal vez sea una afortunada coincidencia el asidero universal de su arte, y su sensibilidad sobre lo cotidiano y lo pedregoso de las desigualdades sociales, económicas y humanitarias de una familia bengalí que lucha por subsistir. En esa lucha hay un punto nodal en el intento de no perder más, sobre todo la calidez humana aunque, justamente, ésta muchas veces se vea amenazada y suene más a interrogante que a máxima.    

Punto de inicio

Durga (Runki Banerjee) es una niña feliz en su entorno de infancia que acontece entre juegos y llamados de atención por desobedecer las normas familiares y entre vecinos. Suele robar algún alimento del huerto de al lado (anteriormente propio pero entregado como pago de una supuesta deuda) para contribuir a la subsistencia de su familia y, en especial, de su abuela (aunque algunas traducciones la indican no como suegra sino como cuñada de Sarbajaya). Esta mujer anciana, Indir (Chunibala Devi), lidia con los límites de la indigencia y la indiferencia como moneda diaria por su sabiduría implicada en los mismos límites (y posibilidades) de la vejez a una edad muy avanzada. Indir padece lo ruin, intenta (con más o menos tretas), propone, se rinde al capricho de la edad también con sus mañas, pero sobre todo canta, aún en el contexto más duro. Los padres de Durga, Sarbojaya (Karuna Banerjee) y Harihar (Kanu Banerjee), son un par de enamorados y buscas de escasos recursos que han heredado del lado paterno su casa de techos y paredes sin puertas, pero pagan alquiler a un hermano que les “presta” su parte. Viven pagando. Ella es una ama de casa que hace malabares con los recursos para que sus hijos estén bien, y él es escritor y trabajador informal siempre buscando llevar algo a su hogar para sostener la vida familiar. Esto suele enviarlo lejos por días, semanas, meses.

Durga crece (interpretada por Uma Dasgupta, la mayor parte de la película) y recibe a un hermanito Apu (Subir Banerjee) que la acompañará el resto de su vida entre peleas, cuidados y complicidades mientras se debate entre los condicionamientos y mandatos sociales de una joven india en su época y un llamativo modo de percibir, descubrir y encarar el mundo en su naturaleza biológica y social.

Estilo del relato

Este largometraje que se erige dentro de la etapa clásica del cine (y como un clásico cinematográfico) va tejiendo en blanco y negro, con variados grises y claros, la vida de esta familia en una zona semirrural de caminos de tierra lindados por campos de pastizales y cortadera, hierba de las pampas y lagunas de irupés danzantes con el viento. Las vías del tren pasan cerca y son la sensación del momento, un símbolo de aspiración y deseo de progreso para todos los lugareños. Un monte y una pradera deben atravesar los niños para acceder al espectáculo de verlo pasar y soñar otros mundos. Justo ese monte se vuelve escondite de aventuras y juegos, vía de escape y también cuna de penuria y tragedia.

La manera de construir el relato plano a plano, destaca por una estructura de linealidad cronológica con fotografía privilegiada en escenas álgidas, con planos grupales o más cercanos que permiten entrar en la intimidad de los personajes y sus deseos más vibrantes. Las texturas con el dejo granulado del cine clásico en los planos más amplios y de contexto, se vuelven ahora suaves, cautivadoras, interpelantes. El cuidado en la composición de los escenarios y encuadres es poético, a veces crudísimo y otras, embriagador.

Destaca el peculiar modo de mostrar la cotidianidad de las mascotas, la escuela que es tienda de alimentos, los hábitos al despertar, la abuela batallando para enhebrar una aguja a media luz, la ilusión tras el vendedor de golosinas, una niña con un septum como signo de distinción, los juegos y picardías infantiles y adolescentes al igual que las rispideces entre familias, las distintas perspectivas sobre la vejez y las costumbres indias y religiosas del momento con muchos indicios para investigar sobre la cultura de origen. Sobre los personajes hay un marcado protagonismo a lo largo del relato que va pasando de Indira a Durga y finalmente, a Apu con fuertes apuestas simbólicas.

Antes de ver

Al momento de buscar plataforma para su visualización cabe indagar en base a las propias posibilidades y gustos. Además de las plataformas pagas de HBO Max y Prime Video, Archive.org provee una versión SD y la opción de descargar subtítulos en español. Youtube ofrece versiones (remasterizadas), full HD con subtítulos en inglés y en hindi solamente. Incluso allí se presentan versiones coloreadas mediante Inteligencia Artificial, que hasta el día de hoy constituyen una polémica en el medio cinematográfico.

Superando estas definiciones, La canción del Camino se inscribe en la historia del cine y promueve un modo de contar distinto al actual que pueda activar o despertar nuevas interpretaciones de lo cotidiano y las vinculaciones colaborativas, humanitarias y solidarias. Pausada y muy recomendable.

FICHA TÉCNICA

La canción del camino

Género: Familiar, Drama, Social, Clásico

Dirección: Satyajit Ray

Origen: India, 1955

Duración: 115 minutos

Saga: La Trilogía de Apu

“Ese monte se vuelve escondite de aventuras y juegos, vía de escape y también cuna de penuria y tragedia”

El autor

Bibhutibhushan Bandopadhyay es el autor de las novelas en las que se basó la Trilogía de Apu que inicia con Pather Panchali (Canción del pequeño camino), Aparajito (El invencible) y Apur Sansar (El mundo de Apu), todas producidas entre 1950 y 1960.

El éxito de la película inicial y su manera de trascender océanos y captar sensibilidades con pocos recursos de producción, le valió la continuidad de la trilogía cinematográfica. Ya constituido un ícono del cine mundial, en 2015 fueron remasterizadas en calidad Full HD e incluso coloreadas a nombre de experimento científico, lo cual generó denuncias por parte de los descendientes del director, y posturas muy variadas y polémicas entre los realizadores consagrados.

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