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Tamara Bunke: dejarlo todo por la revolución

Tamara Bunke renunció a un futuro cómodo para entregarse en cuerpo y alma a la causa revolucionaria.

Solo tres décadas duró la vida de Tamara Bunke, una mujer alemana-argentina, rebelde y entusiasta. Soñó durante toda su vida con ser parte de una revolución y murió detrás de esos ideales, en Bolivia, junto a Ernesto Che Guevara, a quien se había aliado.

Angelina Uzín Olleros

Especial para El Diario

Las cualidades como agente encubierto de Tamara Bunke, su inteligencia y carisma; el dominio de cuatro idiomas, y sus cualidades artísticas (tocaba guitarra y acordeón) y deportivas, además de su atractivo personal, le permitieron penetrar los círculos políticos y militares de Bolivia sin dificultades. Murió en combate, mientras el Che Guevara procuraba implantar la semilla de la revolución en el país del altiplano. Pero antes vivió una corta vida itinerante, que vale la pena repasar.

Haydée Tamara Bunke Bider nació el 19 de noviembre de 1937. Su familia la llamaba por un diminutivo “Ita”. Sus padres fueron militantes comunistas que integraron un grupo de resistencia antifascista en Alemania. Decidieron emigrar a la Argentina ante la persecución nazi en 1935 luego de la promulgación de las Leyes de Núremberg del régimen de Adolf Hitler.

En el libro del periodista Gustavo Rodríguez Ostria (Bolivia, 1952) “Tamara, Laura, Tania. Un misterio en la guerrilla del Che”, el autor sostiene que, “tras la invasión a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el 22 de junio de 1941, los comunistas argentinos quedan obligados a conformar alianzas antifascistas con sectores políticos de amplio espectro. Con el antifascismo como aglutinante, la comunidad alemana en el exilio, pese a sus diferencias y contrastes internos, lleva adelante una activa vida en común. Posee prensa, teatros y campos deportivos”.

En Buenos Aires, la familia Bunke Bider vivió en la penuria, con escasos recursos económicos, sin dominio del idioma. Entonces, decidieron enviar a Olaf y Tamara al Cangallo Schule, al que asisten hijos de alemanes además de inmigrantes italianos y españoles, descendientes de expatriados, en su mayoría judíos. Tamara se destacaba por sus largas trenzas rubias, cantaba muy bien, aprendió a tocar acordeón y la guitarra. Su familia era muy activa en gimnasia y actividades deportivas. Su padre fue profesor de educación física.  

Sus padres decidieron regresar a Argentina en julio de 1952. Nuestro país era para ellos un lugar de paso y no el sitio de residencia definitiva. Sin embargo, para Tamara era su patria, algo que la marcó para el resto de su vida.

Itinerarios.

En Alemania Tamara Bunke asistió a la escuela Clara Zetkin. Nunca renunció a su militancia, trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores y se desempeñó como traductora en el Departamento de Relaciones Internacionales. En 1958 se matriculó en la Universidad Humboldt, en Berlín del Este. Inició sus estudios de Filosofía y Letras en el Instituto de Lenguas Romances. Tras un proceso de selección fue aceptada como miembro del Partido Socialista Unificado de Alemania, un apéndice de la política de la Unión Soviética.

Tamara Bunke siempre sintió nostalgia por Argentina. Solía cantar La Felipe Varela, en algunas veladas, canción dedicada a su caudillo favorito. Con los años se acrecentó su deseo de retornar al lugar que la vio nacer, para incorporarse al Partido Comunista. Ella simpatizó fervientemente con la insurgencia armada emprendida por Fidel Castro en Cuba. En 1959 se relacionó con dirigentes cubanos; se contactó con Hortensia Gómez del Departamento de América Latina de la Federación Internacional de Mujeres, que frecuentaba la ciudad de Berlín. Tamara abandonó la burocracia del Ministerio en 1960 y trabajó como intérprete de la delegación cubana. Así, se interiorizó de la vida en la isla, y recibió desde La Habana una autorización para ingresar a Cuba. Las crónicas afirman que fue el matrimonio de Fernando y Alicia Alonso que estaban en el Ballet Internacional de Cuba, a quienes Tamara había asistido como traductora, los que impulsaron su viaje.

El escritor Mariano Rodríguez Herrera (Cuba,1935) en su libro Tania, la guerrillera del Che, hace una semblanza del momento que marcará su destino. “En la foto del recuerdo, Tamara luce una camisa a rayas, envuelta la cabeza en un pañuelo, coronado por un sombrero de paja yarey, de los que usan los guajiros, campesinos cubanos. A su derecha hay un cubano no identificado, luego el sonriente Che, descamisado, pañoleta en el cuello y un sombrero similar en la cabeza. La leyenda afirma que al concluir la faena ‘Tania’ (su nombre de batalla) toma la guitarra y canta tonadas argentinas para complacencia de Guevara, a quien están dirigidos los cantos folklóricos.”

En 1963, Manuel Piñeiro Losada (1933-1998) se reunió en el barrio de Miramar con Tamara. Allí le propuso preparase para vivir en la clandestinidad. Su misión era viajar a Bolivia. Detrás de esa decisión estaba Ernesto Che Guevara. Bautizada con el código de “Fantasma” Tamara Bunke elige a sus 25 años el nombre “Tania”.

El final.

En el libro Tania la guerrillera y la epopeya suramericana del Che, de Ulises Estrada (Cuba, 1934), podemos encontrar muchos documentos y fotografías, además del detalle de aquellos días en Bolivia y su muerte temprana. “Tamara (Tania) integraba el grupo de la retaguardia comandado por Juan Vitalio Acuña (Joaquín) y una de sus tareas era escuchar las distintas emisoras de radio bolivianas, argentinas y cubanas e informar de lo que estaba sucediendo; durante cinco meses debió enfrentar la dura vida en la selva boliviana, la falta de agua y de alimentos, el mal tiempo y la constante hostilidad enemiga. El 31 de agosto de 1967 la columna guerrillera cae en una emboscada cuando cruzaba el Río Grande, cuando se escucharon los primeros disparos, ella intentó tomar el fusil, pero una bala le atravesó el pulmón y fue arrastrada por las aguas. Su cuerpo fue encontrado una semana después. Le faltaban poco más de dos meses para cumplir 30 años.”

El pueblo boliviano convirtió a Tamara Bunke en una leyenda. La creencia popular indica que sale del río cuando hay niebla con una gran cesta de flores y frutas. Bunke se convirtió en “la Flor del Río Grande”. En el sitio donde fueron hallados sus restos, en la localidad de Vallegrande, hay una lápida cubierta por rosas blancas en su recuerdo.

“Tamara Bunke murió en combate, mientras el Che Guevara procuraba implantar la semilla de la revolución en Bolivia”.

Con luz propia

La idea de “Las otras en nosotros” es poner la lupa en biografías de mujeres que en otro tiempo y en otro lugar acompañaron a personajes célebres de la historia: fueron hijas, hermanas, esposas, amantes, maestras, que brillaron con luz propia, pero quedaron recordadas en un segundo plano y hasta fueron olvidadas por las crónicas de época o tímidamente mencionadas.

La mayoría de los casos guarda relación con esta circunstancia, la de pertenecer a un círculo de ámbitos como los de la ciencia, la política, el arte, y las organizaciones sociales. Sin embargo, también haremos referencia a mujeres que, por su carácter temerario, sus aventuras fuera de lugar o su intrepidez quedaron fijadas en un imaginario popular que alimentó esos mitos con anécdotas y relatos que otorgaron rasgos ficcionales a sus personalidades o actuaciones.

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