jueves , 2 mayo 2024
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El caso Lozano, el autismo y los resultados tardíos

Maju Lozano se abrió a contar su experiencia de ser parte del espectro autista.

Públicamente, la conductora radial y televisiva, Maju Lozano, reveló que la diagnosticaron como autista, luego de hacerse estudios ante distintos síntomas. La comunicadora tuvo su diagnóstico a los 51 años de edad, aspecto que pone sobre el tapete otra realidad: muchas mujeres llegan tarde a contar con esta certeza.

Redacción EL DIARIO

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La revelación de Maju Lozano sobrevino mientras comentó as razones por las que resolvió abandonar el ciclo Todas las tardes, que se emite por El Nueve, luego de siete temporadas. “Este es un día particular, hermoso, estoy un poco nerviosa”, admitió, a manera de prólogo.

“Hace un tiempo muy largo vengo transitando un momento personal. No quiero llorar porque no es algo triste, es algo que gracias a Dios trajo mucho alivio a mi vida, a la de mis amigos y mi familia”, dijo, al añadir que “en un momento pensé que era adoptada. Desde que era muy chica sentí que era un mundo en el que yo no pertenecía, que no había grupos en los que yo me identificaba. Me sucedían cosas que no entendía, como no tolerar el color rojo, no poder comer frutillas, no poder comer arándanos, no poder ponerme ropa roja”.

Finalmente llegó el día en el que los médicos le dieron un diagnóstico preciso. “El 5 de mayo es el día de mi nuevo cumpleaños como me dijo mi terapeuta. Tuve el gran alivio porque para mí solo fue felicidad, alivio y entendimiento comprender que todo esto que venía sintiendo tenía una explicación”.

“Fui diagnosticada de autista. Soy autista. Para mí fue volver a nacer, reconstruir 51 años de dudas, de buscar explicaciones donde no las había. No quiero explicar el autismo, es algo que todavía estoy aprendiendo. Me parece que lo más importante es que ya no estoy más rota, siempre me sentí una persona rota”, aseguró la conductora.

Maju señaló que su vida recobró sentido al poder entender qué era lo que venía sintiendo. “Ahora entiendo que no voy a comer frutillas no porque soy una loca de mierda, sino porque no soporto las texturas de las frutillas, algunos sonidos o luces”.

Luego aclaró que decidió hacer público su diagnóstico con el objetivo de desmitificar prejuicios sobre el autismo. “Es una condición y es un espectro. Lo cuento porque siempre fui sincera y me parece que desde mi lugar puedo ayudar a alguien a despejar dudas. Aunque no soy abanderada nada, apenas puedo con mi vida”.

En el final, Lozano dio a conocer una emotiva anécdota relacionada a su hijo: “Cuando me junté con Joaquín, él ya lo sabía. Me dijo: ‘Mami, vos sos re distinta a las mamás del cole, ¡y a mí me encanta!’. A mí me encanta que a él le encante. Estamos todos aprendiendo, recibiendo alivio. Hay días que no pasa nada y hay días que me duele que me toquen, que me miren. Pero siempre estoy desde un lugar de gratitud. Es importante saber de dónde uno viene, tener explicaciones a un montón de cosas, es algo que nos merecemos todos”.

Escuchá su testimonio en nuestro perfil de Instagram.

Un caso entre tantos

Lo que le pasó a la conductora paranaense no es excepcional, más allá del calibre de la revelación. Es que si bien es cierto que tanto las mujeres como los hombres pueden camuflar los síntomas autistas, la condición del espectro autista suele ser diagnosticado menos en las mujeres por su rol cultural, por su alto nivel lingüístico, por su diagnóstico tardío y por la falta de información que tienen los profesionales de la Salud. Así, las mujeres a diferencia de los hombres, no son diagnosticadas a tiempo.

“Históricamente se pensaba que el autismo era mucho más frecuente en varones”.

Históricamente se pensaba que el autismo era mucho más frecuente en varones. Cuando Hans Asperger, médico austríaco destacado por sus estudios sobre neurología atípica, definió por primera vez el autismo en 1944, se refirió solo a los varones y no pensó que pudiera haber mujeres o niñas dentro del espectro autista. La realidad es que las niñas y mujeres con autismo muchas veces no son diagnosticadas correctamente o llegan a la consulta con especialistas a edades más avanzadas. Por ende, no reciben las terapias que necesitan.

Al mismo tiempo, los cuestionarios usados para diagnosticar a las mujeres no tienen la sensibilidad necesaria para identificarlas, ya que ellas demuestran una mayor capacidad compensatoria y una habilidad para desarrollar métodos sofisticados de camuflaje y enmascaramiento.

De hecho, no son pocos los casos de mujeres que se toparon con su condición mientras buscaban un diagnóstico para sus hijos, es decir, de manera indirecta.

Lugares

Según explican los especialistas, en nuestra cultura, el rol de género de la mujer tiene mucha más demanda social que el rol del hombre. Entonces, las mujeres desarrollaron un mecanismo de ocultamiento de sus síntomas autistas para no ser excluidas dentro de la población neurótica. De esta manera, pueden llegar a acceder a beneficios como el trabajo, el estudio y el desarrollo de una vida plena.

Por otro lado, el cerebro de la mujer se desarrolla distinto al del hombre, ya que la mujer tiene un desarrollo lingüístico más rico que el del hombre y eso también permite que haya una elaboración más sofisticada para poder camuflarse.

Las mujeres adultas que reciben su diagnóstico luego de los 18 años o luego de los 40 años, son las que más se camuflan, afirman los expertos, al añadir que estas mujeres pasaron mucho tiempo, antes de ser diagnosticadas, ocultando las características que las hacían extrañas frente al resto e intentando descifrar lo qué les pasaba. Esta caracterización remite directamente al testimonio de Maju Lozano.

En su intento de socializar, mujeres con autismo no diagnosticado creen que no tienen las herramientas necesarias para hacerlo y no logran entender las reglas de juego. Sin embargo, a la vez saben que copiando y mirando a otras, pueden sobrevivir. El camuflaje es su método de defensa, pero es muy agotador ya que luego, llegan a sus casas y quieren quedarse un buen rato sin contacto social.

“En nuestra cultura, el rol de género de la mujer tiene mucha más demanda social que el rol del hombre”.

Esta forma de vida desgasta terriblemente a la persona, le genera mucha ansiedad, sentimientos de tristeza, desesperanza, una visión negativa del entorno del futuro y de ella misma. Lamentablemente, muchas veces las mujeres reciben diagnósticos sobre ansiedad o sobre el estado de ánimo, pero no reciben el diagnóstico de autismo porque no está siendo lo más evidente.

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