Estudiar con eficacia tiene algunos secretos que van más allá de la voluntad de hacerlo. Uno de ellos es constituir el espacio en el que la tarea se va a desarrollar, dotándolo de un orden conveniente. En la siguiente nota, Bien! comparte criterios que ayudarán a convertir a esa labor en algo más agradable y fructífero.
Redacción BIEN! / [email protected]
No es extraño escuchar decir a los especialistas que uno de los mayores escollos con los que lidian las personas que estudian es la dificultad para concentrarse. Lo sabemos por experiencia propia: lograr un nivel de atención óptimo para disponernos a leer durante un determinado lapso de tiempo no depende únicamente de la voluntad. En primer lugar, concentrarse para leer y, en particular, para estudiar, requiere de una gradual desconexión con el ambiente circundante; algo que puede resultar verdaderamente difícil en tiempos donde las plataformas y pantallas parecen marcar los ritmos del día.
La postal es conocida. A través de los teléfonos celulares, las notebooks y las tablets las personas podemos compartir nuestras opiniones, fotos, videos y distintos contenidos, de manera constante. Al mismo tiempo, estudiar implica un esfuerzo; es una acción demandante, incluso si está referida a cuestiones que nos provocan placer. De manera que, una gestión cautelosa de las notificaciones permitirá que la tarea de estudiar sea desarrollada de manera consecuente, sin tantas interrupciones. Si logramos asignarle un espacio al estudio y un espacio diferente a la comunidad virtual, evitaremos frustrarnos por no alcanzar los objetivos deseados.
Por el contrario, si la vida en redes se nos filtra permanentemente nos generará un estado de estimulación cerebral constante que devendrá en una pulseada con los quehaceres de la vida cotidiana.
No se trata solo de una impresión: los expertos dan cuenta de que son cada vez más las personas que tienen dificultades para mantener la atención, y que el mayor problema es el uso excesivo de los teléfonos celulares y la ausencia de las condiciones mínimas para entrenar nuestra atención.
Ahora que estamos desandando los primeros capítulos del ciclo lectivo, es pertinente repasar algunas sugerencias que mejorarán nuestro rendimiento como estudiantes.
Factor tiempo
El primer error que solemos cometer cuando intentamos estudiar es que no nos proponemos hacerlo en un momento concreto. Cada cual sabe en qué lapso su rendimiento mejora: algunos prefieren la mañana temprano; otros optan por hacer las cosas de la casa y luego estudiar; un tercer grupo lo hace a la siesta, a la caída del sol o a la noche después de cenar. Lo importante es encontrar una ecuación para planificar las horas y que haya efectivamente un momento para el estudio.
Como primera medida, se aconseja chequear cuáles son las actividades y compromisos impostergables, y en función de ello nos comprometamos a estudiar en un lapso de tiempo determinado, en días y horarios concretos. Esta planificación nos permitirá también poder sobrellevar la vida, en virtud de que a veces se presentan imponderables con los que es necesario lidiar.
Si la gestión del tiempo es adecuada, a lo largo de las semanas habremos compensado los días en que tuvimos que hacer gestiones y mandados.
Un detalle que vale la pena subrayar es que uno de los secretos del estudio es la sistematicidad: es mejor leer menos, pero durante todos los días, que leer muchas horas un día y abandonar todo por una semana.
En igual sentido, no tomarse descansos mientras se estudia también puede ser un inconveniente. Pasar demasiado tiempo seguido con la mirada en los libros no nos ayudará a retener más y mejor. Está demostrado que es necesario tomarse pequeños descansos cada 45 o 60 minutos para despejar la mente, y así poder asimilar mejor la información.
Estrategias
La norma no escrita es que el máximo de capacidad intelectual se despliega en las primeras horas del día. Por eso hay quienes dedican este tiempo a la lectura de materiales y dejan para otro momento la posibilidad de volver sobre esos temas, en entrevistas a los autores o en clases públicas grabadas. Así, se produce un diálogo entre el tradicional texto escrito y otros materiales propios de la cultura audiovisual, que enriquecen el recorrido de formación.
Un camino posible es comenzar por los asuntos más sencillos, para no quedarnos rápidamente sin energía y concentración para los verdaderos desafíos.
En esa dirección se recomienda no caer en las distracciones online, como el uso de plataformas como Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, o TikTok. Lo que se aconseja es poner en silencio el celular y, en la medida en que sea posible, apagarlo. De lo contrario, las notificaciones no nos permitirán alcanzar una concentración mínima.
Como se dijo, para evitar desconcentrarnos, lo aconsejable es que dejemos el teléfono en silencio, y mejor aún, que bloqueemos las notificaciones durante los momentos de estudio.
Debe tenerse en cuenta que los especialistas insisten en la importancia de ser conscientes de que somos nosotros quienes controlamos al teléfono, y nunca al revés.
Con estos consejos, la tarea de estudiar será beneficiosa y se corresponderá con los resultados obtenidos.
“Concentrarse para leer y, en particular, para estudiar, requiere de una gradual desconexión con el ambiente circundante”