Empezó el juicio contra Facundo Siegfried. El Tribunal accedió al pedido de Fiscalía, que requirió que se celebre -con el fin de preservar a testigos aterrorizados- un debate “parcialmente a puertas cerradas. Se exhibieron tres denuncias, previas a este debate, realizadas contra el acusado, por delitos cometidos con arma de fuego. Así, con aquel fin, se limitó el ingreso a la sala de audiencias.
El comienzo del juicio contra Facundo José Siegfried, de 26 años, por el crimen de Alejandra Silva, conocida por su apodo Rucu, exhibió un costado sabido por muchos, pero poco hablado en el fuero penal: el temor de los testigos a declarar en causas “pesadas”.
El Tribunal, integrado por Alejandro Grippo, Gervasio Labriola y Walter Carballo, hizo lugar a un pedido de Fiscalía para que el debate se sustancie “parcialmente a puertas cerradas”.
El fin del pedido de los fiscales, Matilde Federik y Gonzalo Badano, fue proteger a los testigos de las denunciadas amenazas de la familia amigos y allegados del imputado.
El hecho
Alejandra Silva, alias Rucu, tenía 28 años y era madre de dos niñas, cuando el 24 de septiembre de 2018, alrededor de las 19 -el día de su cumpleaños-, recibió un disparo de arma de fuego en la cabeza, al lado de la oreja, con orifico de entrada y salida, que le quitó la vida.
El hecho ocurrió en una casa ubicada en calle Dugratty, en barrio El Morro, en una calle de tierra que a la izquierda tiene la casa de la familia del imputado y lugar del hecho, y a la derecha una barranca.
Allí estuvo Silva y su hermano Martín, que en el inicio de la causa estuvo sospechado, pero luego fue desvinculado. En aquel momento, los hermanos se encontraban cumpliendo un arresto domiciliario por una causa por narcomenudeo.
Pedido
La fiscal adelantó que iba a solicitar “por primera vez un pedido de esta naturaleza”. Detalló las circunstancias de las amenazas que la familia y amigos del imputado cometerían con los testigos del crimen, que también son vecinos de aquella familia.
Sumó a aquel contexto que la familia es temida en el barrio El Morro. Añadió que los testigos, en sede fiscal y ante el miedo a prestar testimonio, le manifestaron que prefieren enfrentar una causa por falso testimonio en flagrancia, que declarar en el juicio.
Así, pidió que el imputado abandonara la sala cuando declararan los testigos civiles y que el público no presencia aquellas declaraciones. En relación a la prensa, se requirió que no revele los nombres de los testigos ni datos claves de sus declaraciones.
La defensa, a cargo del defensor público, Jorge Sueldo, rechazó el pedido. El Tribunal entendió que el derecho de defensa del imputado estaba garantizado por la presencia de su defensor.
Policías
En el inicio del juicio declaró el jefe de la División Homicidios, Horacio Blazón, y el policía, Hugo Casco, que llegó en un móvil escasos minutos después de que recibiera la notificación del 911 sobre un hecho de sangre en barrio El Morro.
Blazón dijo que por versiones que los efectivos recolectaron en los primeros minutos de la investigación, se estableció que la víctima y el imputado eran pareja en ese momento, no obstante que en la acusación se sostuvo que la víctima había cesado el vínculo con el imputado, mientras comenzaba otra con hermano de Siegfied, Martín. También dio cuenta del temor de los testigos presenciales y vecinos.
Silencio
Blazón sostuvo que en el lugar del hecho, donde había entre 19 y 20 adultos y varios menores, advirtió un “pacto de silencio” entre los mayores de aquel grupo. Así, manifestó que la investigación fue muy difícil. Casco refirió en el lugar solo vio mujeres y ningún varón, añadiendo que una acusó a “Gabi Arrúa”, quien cumplía arresto domiciliario a varias cuadras del sitio del hecho.
Contexto
Blazón recordó el “contexto” en que se desarrolló la investigación. Sostuvo que cuando llegó al lugar la familia, entre 19 y 20 personas, comía “pescado frito” y “escuchaba música” con el cuerpo de la chica sin vida a tres o cuatro metros de ellos.
Casco declaró lo mismo y añadió que cuando llegó en el móvil, encontró a una chica llorando al lado del cadáver y a una niña de entre 3 y 4 años, corriendo alrededor del cuerpo inerte. Ambos, con diferentes palabras, coincidieron en la nula empatía de la familia Siegfired-Flores con la víctima.
No se sabe dónde está Siegfried, el femicida de “Rucu” Silva