El uso intensivo que hacemos de los dispositivos justifica que Bien! repase una serie de cuidados que vale la pena tener en cuenta para extender la vida útil de estos aparatos, indispensables a la hora de trabajar, de entretenerse, de hacer trámites y de pagar cuentas.
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En general, consideramos que, al tratarse de una máquina, la computadora no puede tener fallas. De hecho, salvo los especialistas que conocen bastante aproximadamente los márgenes de defectos que pueden tener los dispositivos, el resto de los usuarios sospecha que la confiabilidad de los aparatos tecnológicos es casi absoluta.
Sin embargo, la realidad está bastante lejos de cubrir esa expectativa: dependiendo de los ambientes donde se encuentre y del uso que se le dé, puede sufrir complicaciones de funcionamiento que si no son atendidas a tiempo pueden afectar gravemente su estado, con el riesgo de que se pierda la información que contenga, que muchas veces está vinculada a tareas del trabajo o del estudio; y otras, a preservar fotografías y videos que recuerdan momentos queridos.
Hay síntomas evidentes de que la computadora tiene problemas: los programas se ralentizan; aparece de un ruido raro, procedente del interior; o surge la impresión de que hay un ventilador que está siendo exigido en demasía.
Sin dudas, uno de los riesgos más grandes es el sobrecalentamiento del equipo, situación que el usuario puede sobrellevar con algunas medidas puntuales. En esta nota, Bien! propone repasar algunas de ellas, dado que pueden ayudarnos a salvar el equipo y con él, nuestro trabajo y recuerdos más preciados.
Hay una recomendación general que es bueno tener presente, indistintamente del tipo de computadora y el tiempo de uso. Puede parecer obvio pero muchos usuarios malogran incluso equipos nuevos, recién adquiridos, por no prestar atención a señales indicadoras de que los disipadores de calor no están funcionando de manera suficiente.
Una de las formas de advertir que el ordenador está sobrecalentando es recurrir al tacto. Si funciona bien, el equipo no tiene por qué estar caliente; de manera que, si al tocarlo percibimos que la temperatura es excesiva, es probable que haya llegado el momento de contactarnos con el técnico para que la revise y nos indique cómo proseguir.
Otra pista de que el equipo está teniendo problemas es cuando notamos que se ralentiza, apaga o reinicia. Según indican los entendidos, el ordenador hace eso como un grito de auxilio ya que intenta finalizar las tareas para enfriarse y evitar daños internos.
Si el rendimiento lento o los fallos coinciden con el momento de más intenso uso del aparato (por ejemplo, cuando se juega o se recurre a la edición multimedia) es probable que se deba a un sobrecalentamiento. Pero como estos síntomas podrían ser causados por otros problemas, es una buena idea verificar que el sobrecalentamiento sea la razón, chequeando a través del tacto la temperatura del equipo.
Bajo la lupa
Si hay algo que caracteriza a los dispositivos portátiles como las netbooks, las laptops, o las tablets es la practicidad: son de un tamaño fácilmente transportable y tienen el peso justo para poder cargarlos en la mochila y llevarlos a la facultad, al trabajo, o incluso al momento de viajar.
Así, confiados probablemente en la buena suerte, los usuarios tienden a olvidar que por más funcional que resulten, este tipo de dispositivos necesitan de un mantenimiento periódico -al menos una vez al año- y ciertos cuidados. Uno de ellos es que no queden a expensas de una fuente de calor externa, como el sol, el motor del auto, o la cocina.
Si algún lector insiste con querer saber por qué se recalienta el ordenador y qué puede hacer al respecto, una respuesta como la siguiente puede resultar valiosa: las computadoras sufren aumentos abruptos de temperatura si se las usa durante una cantidad excesiva de horas, sin recreos. Si bien es cierto que hay días en los que el trabajo o el estudio demandan un uso prolongado de estos dispositivos, los especialistas aconsejan que, en la medida en que sea posible, se apague en algún momento del día el aparato -durante un período de tiempo suficiente- para que se enfríe.
Así, el debido descanso que requiere el equipo debe ser parte de la rutina cotidiana, en virtud de que la vida actual va haciendo que utilicemos estos dispositivos para un número creciente de actividades, más allá del trabajo: jugar, mirar una película, interactuar, responder correos, pagar las cuentas, hacer transferencias, o realizar compras. Aunque no nos demos cuenta, aumentan y aumentan las horas que pasamos sentados, que exponemos nuestros ojos a la luz de las pantallas, y que forzamos nuestras muñecas al escribir durante horas, o usar un mouse para hacer cientos de miles de clics.