En el libro, publicado a dos años de su fallecimiento, el músico popular y compositor pinta situaciones y personajes del mundo barrial, de gente común y orilleros, que conoció.
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La canción popular con compromiso social es un eje que organizó la trayectoria artística de Rafael Amor. Fue un bate, trovador, y autor de los textos que recitó y entonó en escenarios diversos de América y Europa. Durante más de cinco décadas este porteño nacido en 1948 entregó a la gente sus composiciones en las que trasladó -como cronista de su tiempo- sus observaciones sobre la realidad política y social del momento que le tocó vivir.
Sus canciones han sido grabadas por intérpretes del calibre de José Larralde, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Jairo, El chango Nieto, y Leonardo Favio, entre otros. Inolvidable fue el apoyo que Mercedes Sosa brindó al cantautor cuando lo invitó a acompañarla en la apertura de Cosquín 2006, con el tema Corazón libre, que el artista había escrito.
Recorrió permanentemente el país presentándose como solista o con colegas. En ese sentido, en Entre Ríos halló la compañía primero y cultivó la amistad luego de Haydée Chaparro y Guido Tonina, integrantes del Dúo Enmarmonía.
Dejó piezas inolvidables, como No me llames extranjero -`himno´ de los migrantes que escribió en los `70 durante su exilio en Madrid y mantiene su vigencia-, o Elegía a un tirano. Pero en las últimas décadas, ya de regreso en el país, se conmovió y solidarizó con las luchas populares y compuso temas que dejan registro de su mirada. Entre ellos Independencia; Olor a goma quemada, y Fuentealba.
RELATOS
A la creatividad del trovador sumó también en sus presentaciones las condiciones del narrador. De esa veta nacieron relatos que Amor compartía en sus recitales y conciertos y que alternaba con sus canciones mientras conversaba con el público.
De allí que a lo largo de su vida haya enhebrado numerosas anécdotas y sucedidos que, potenciados por su imaginación, dieron a luz a relatos y personajes que el músico plasmó en una serie de cuentos.
Ese universo que presenta al compositor como un escritor, quedó luego de su muerte, en diciembre de 2019, al cuidado de su compañera, María Pilar Campos Ruíz, quien en 2022 decidió darlos a conocer reunidos en el libro El calesitero cósmico.
En este volumen, publicado por editorial Ágora, el cantor se revela como un buceador de emociones y del alma humana. En 12 relatos breves y un epílogo, perfila una serie de personajes entrañables, perdedores de barrio estos; soñadores y locos aquellos; criminales y malandras otros.
Aparecen también los afectos, el amor, los sueños -truncos y alcanzados- enmarcados en un ambiente cotidiano, familiar. Calles, baldíos, bares y bodegones, el club, la casa familiar, la plaza del barrio y los ambientes orilleros, en la periferia de las grandes urbes son ambientes en los que Amor ubica a sus criaturas.
En esta serie de postales enfocadas en parte del panorama social del siglo XX, aparecen esbozados el destierro, la valentía, la guerra, los enfrentamientos políticos, la muerte, la vida y la esperanza. El humor, la locura y cierto realismo mágico -como en el cuento que abre el volumen y da título al libro- son tópicos a los que el autor recurre para matizar las diversas situaciones que expone ante el lector.
INTENSIDAD
La intensidad dramática del conjunto de relatos crece a la par de los temas que Amor plantea en los últimos cuentos del volumen. La amistad tejida en un sentimiento de gratitud que florece en las durísimas condiciones de la exclusión, aparece en Ruso; en Tejedor presenta el final de un matrimonio de ancianos nazis ocultos en el país; mientras que en El sueño del abuelo da cuenta de las penurias atravesadas por un miliciano republicano perseguido durante la Guerra Civil Española.
La despedida de la serie es un emotivo Epílogo, en que la compiladora de los textos fundamenta la necesidad de incluir el relato que el autor dejó inconcluso la noche en que murió.