Si bien es políticamente correcto hablar a favor del uso de la bicicleta en las ciudades, en los hechos hay una serie de factores normativos, infraestructurales y culturales que desalientan la práctica en Paraná. Es efectivamente un problema de Estado porque no es posible hablar seriamente de movilidad urbana si sólo se considera al vehículo motorizado que, así como facilita, multiplica los problemas de circulación y de contaminación y agrava las consecuencias de eventuales accidentes.
Cristal Bella/[email protected]
Desde los tiempos de los impulsos iniciáticos, aún con rueditas de apoyo, la bicicleta forma parte de nuestras vidas. De hecho, hoy mismo, al salir a la calle es probable ver el sol, al menos un ave trazando surcos aéreos y una persona pedaleando la vida. Tras su disputada invención en el siglo XIX, la bicicleta ha ido adaptándose a las distintas épocas. Actualmente, enfrenta un formidable desafío en ciudades medianas y grandes: hacerse respetar en una galaxia dominada por el automotor, de dos o más ruedas.
Quienes se movilizan sobre este noble mecanismo empujado por la fuerza motriz
del conductor, ocupan el segundo peldaño más vulnerable en la pirámide de movilidad urbana, luego de los peatones. En los últimos meses en la capital entrerriana, resonaron múltiples siniestros protagonizados por ciclistas. Padecimos las muertes de César Eduardo Hayy y Lila Galli, y esperamos la recuperación de Santiago Panozzo, quien busca justicia desde julio pasado.
El riesgo es que, a contramano de unir, estos casos resonantes desencadenen enojos que aíslen y reproches inconducentes. En efecto, los desencuentros en el espacio público y en las conciencias pueden hacer recrudecer un indeseable enfrentamiento entre automovilistas y ciclistas sobre el cemento salvaje.
Probablemente, aquí haya un punto -del tamaño de un piñón- en el que anida la esperanza que nos permita avanzar porque estas condiciones (conductores, bicicleteantes y caminantes) no son inamovibles. Frecuentemente, las condiciones de existencia y las rutinas individuales nos impulsan a ocupar diferentes roles a lo largo de la vida y de los días. Una persona puede manejar al trabajo por la mañana, hacer ciclismo por la tarde y caminar hasta el almacén de su barrio por la noche. En 24 horas puede ser automovilista, ciclista y peatón, con lo que -muchas veces sin advertirlo- se modifica su nivel de vulnerabilidad. Bajo la creencia de que unos segundos de reflexión pueden cambiar el rumbo de este tráfico, evitando pérdidas humanas, resulta imprescindible pensar en la prudencia y la empatía como las ruedas propicias que hagan mover la convivencia en la ciudad.
A raíz de la preocupante situación en torno a los accidentes y la consiguiente necesidad de repensar las prácticas vehiculares en el espacio urbano, EL DIARIO dialogó con representantes de Movilidad Activa, un colectivo paranaense que promueve, fundamentalmente, el uso de la bicicleta y que plantea que los decesos “tienen que servir para hacer un cambio de paradigma”.
El encuentro periodístico tuvo lugar en la plaza Mujeres Entrerrianas, lugar que hasta el 30 de diciembre pasado no era otra cosa que un espacio de reunión para el grupo de ciclistas y que luego de esa fecha tiene otro color: más tenue por la muerte, más vibrante por la lucha. Ese día marca el fallecimiento de Lila, una mujer de 32 años que pedaleaba a su trabajo por Avenida Almafuerte en la intersección con Juan del Campillo, a metros de ese sector verde. Murió debido a las graves heridas causadas por el impacto de un automóvil que la embistió el día anterior.
Para los medios fue una noticia más, pero aún hoy hay ciudadanos que siguen conmovidos por lo ocurrido. De hecho, al momento de la entrevista, los integrantes de Movilidad Activa estaban organizando una pedaleada en homenaje a Lila Galli desde la plaza en que se
integraron las preguntas a las respuestas. Ya había acuerdo con el lema “Queremos ser bicibles”.
Lo angustiante es que este no fue el único caso en los últimos meses. Urge precisar que el activismo del equipo bicicletero antecede a este doloroso panorama y, además, tiene aristas ambientales. De hecho, el 9 de noviembre de 2021 Movilidad Activa presentó un proyecto homónimo en el Concejo Deliberante de Paraná. En la iniciativa se propone que se declare de interés municipal, cultural, social y ambiental el uso de la bicicleta, que se reconozca a medios no motorizados y de bajo impacto ecológico como alternativas de transporte y que se cree una Mesa de Movilidad que promueva un debate ciudadano sobre la materia. Para que esta iniciativa popular comience a pedalear como tal, en el Concejo les solicitaron 4.000 firmas de
residentes, en planillas numeradas, con datos personales de los firmantes. Aún no han podido alcanzar la cifra requerida.
Al respecto, Juan Manuel Kunzi, referente del grupo, manifestó que, “intentamos encontrar apoyo en eventos grandes, aunque es difícil conseguirlo. La gente desconfía porque cree que somos de un partido político.
La causa es política, pero no pertenecemos a ningún partido. En general, hay miedo a la militancia y la comunidad no se involucra”.
BOOM DE LA BICI
Asistimos a un período de auge de las bicicletas. Su uso se popularizó durante la pandemia de Covid. Los militantes de la vida sobre dos ruedas alegan que “las calles estaban vacías” y que “Paraná sin autos era hermosa”. Las razones de este boom son particulares y fragmentadas.
Como principales motivos de su proliferación se puede tomar en consideración la situación económica del país y la necesidad de invertir en un vehículo menos costoso, los movimientos ambientalistas que atienden a la contaminación que provocan la combustión de los motorizados y la multiplicación de plataformas de deliverys. Lo cierto es que sus usuarios existen, abundan y merecen ser tratados con respeto por el resto de la ciudadanía.
Con la convicción de que “el auto ya no va más para la ciudad” por motivos de seguridad y acción climática, no creen que las ciclovías por sí solas sean la solución, sino que es el caudal vehicular el que tiene que bajar para pacificar las aguas. “Las calles están cada vez más peligrosas y transitadas. Los conductores aceleran para llegar a un semáforo que está en rojo, te pasan a fondo y en las esquinas se quedan frenados esperando el verde”, relató Kunzi. En paralelo, desde Movilidad Activa exigen transporte público de calidad con el objetivo de reducir el flujo de automóviles particulares y que se realicen capacitaciones destinadas a
choferes para evitar brusquedades en el manejo de vehículos de semejante tamaño.
El activista Mario Luis Giménez declaró que “los colectivos dicen ‘somos nosotros los que tenemos la calle’, y así te encierran, te tiran el humo de los escapes y te tocan bocinazos”.
En diversos portales de noticias, los habitantes de Paraná compartieron sus opiniones respecto a la seguidilla de accidentes viales que involucran a ciclistas. Al respecto, Kunzi expresó que, “me sorprendieron las reacciones de la gente en nuestra contra. Parece que las muertes los enojaron aún más. Tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para no salir al choque y lograr un cambio de perspectiva. No me interesa pelearme ni convencer, para eso están el Estado y sus campañas de concientización”.
La verdad es que resulta desestimable cualquier postura que manifieste que los ciclistas debieran dejar de circular. Es más, suena discordante frente a los Sistemas de Bicicletas Públicas en distintas zonas de la ciudad impulsados recientemente por el municipio. Si no hay lugar para todos, habrá que hacerlo antes de continuar con una batalla dolorosa en la que el mayor problema es que muere gente en la calle.
Aprendizajes
Los conductores de vehículos motorizados y los ciclistas no pertenecen a bandos exentos de errores e imprudencias. En este sentido, los activistas urbanos que EL DIARIO entrevistó reconocieron que deben ser más responsables, reforzar medidas de seguridad y respetar los semáforos. La ley es clara respecto a los requisitos de circulación. Según el artículo 40 (bis), es indispensable que la bicicleta tenga: un sistema de rodamiento, dirección y freno permanente y eficaz; espejos retrovisores en ambos lados; timbre, bocina o similar; que el conductor lleve puesto un casco protector, no use ropa suelta, y que ésta sea preferentemente de colores claros, y utilice calzado que se afirme con seguridad a los pedales; que el conductor sea su único ocupante con la excepción del transporte de una carga, o de un niño, ubicados en un portaequipaje o asiento especial cuyos pesos no pongan en riesgo a maniobrabilidad y estabilidad del vehículo; guardabarros sobre ambas ruedas; y
luces y señalización reflectiva.
Desde Movilidad Activa aseguran que en los modelos más avanzados como el holandés o el escandinavo se privilegia la pirámide de movilidad urbana. Así, en orden descendente, se jerarquiza de la siguiente manera: peatones, vehículos no motorizados, transporte público, transporte de carga, autos de alquiler, taxis y vehículos motorizados privados. “Acá es al revés. Hacen todo lo posible para que salgas en el auto”, lamentaron los entrevistados.
La Ley de Tránsito nº 24.449 prohíbe la circulación de las bicicletas por las autopistas, no así por las rutas. Los integrantes de Movilidad Activa se diferencian de ciclistas deportistas que entrenan en pelotones grandes en las afueras de la ciudad. “No son ciclistas urbanos, se exponen al peligro de otra manera”, consideraron.
Frente a la ausencia de un esquema urbano claro que atienda la cuestión económica y ambiental, Kunzi manifestó que “nadie propone unir localidades y la gente necesita movilizarse. El atraso es tan grande que es una locura pensar en ir en bici a Colonia Avellaneda o San Benito”. El grupo activista planteó que una ciclovía tiene que unir puntos estratégicos de la ciudad. Kunzi opinó que “la hubieran hecho en Avenida Almafuerte que te lleva desde los barrios al centro, a las universidades donde van los estudiantes y al Parque Industrial donde van los laburantes”. Se sumó a la rueda Susana Flores, al aportar que “hay todo un sistema que modificar. Es un tema social que nos compete como comunidad. Si trabajo en la ciudad, pero vivo en otro pueblo y pierdo el colectivo, no puedo pagar un remís ni quiero perder el presentismo. Es necesario tener una alternativa segura y
sustentable”.
El siniestro vial que derivó en la muerte de César Hayy, de 57 años de edad, puede
servir de referencia. “Cada vez que los chicos van en bicicleta a jugar al Club Tortuguitas por Avenida Circunvalación José Hernández, se juegan un poco la vida.Por eso los padres eligen el auto”.
Movilidad Activa hace hincapié en que los manuales de movilidad ya están escritos: resta buscar el que mejor se adapte a nuestra ciudad en favor de aceitar las bielas de la convivencia urbana, acompañados de intención política e intervenciones actuales capaces de promover la sustentabilidad de los medios de transporte, la educación vial, la cautela al conducir y el respeto mutuo en las calles. “Tengo un hijo de nueve. Voy a hacer todo lo posible, luchar hasta que me quede sin fuerzas para que él viva en una ciudad mejor que la mía”, concluyó Kunzi.
Mientras tanto, el volante, el manubrio y la obediencia a las normas están en nuestras manos para hacer de esta ciudad un sitio más habitable y transitable en la que el término tráfico no suene a embrollo, contaminación y tragedia.