En esta época del año en que las temperaturas elevadas se mantienen durante varios días y no ceden al caer el sol, dormir bien de noche puede convertirse en un problema. En la siguiente nota, Bien! comparte algunas recomendaciones para que chicos y grandes puedan afrontar con éxito el desafío de descansar.
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Por distintos factores, el arribo de los meses con mayor temperatura implica que el nivel de actividades vaya mermando. Esa impresión puede estar fundada en el hecho de que no haya clases en las escuelas y las universidades; y, por otro lado, que en los lugares de trabajo los empleados estén tomándose sus vacaciones. Sin embargo, estas condiciones generales no siempre derivan en la posibilidad de descansar adecuadamente.
En efecto, pese a esta distensión general, el agobio del clima puede entorpecer la decisión de descansar. Es que, a pesar de que en esta época las rutinas personales, laborales y familiares se alivian, lograr un descanso reparador puede ser difícil cuando las altas temperaturas no ceden, incluso por las noches. Así, puede ocurrir que nos cueste conciliar el sueño o que nos despertemos en distintos momentos de la noche, sobre todo si las condiciones no son las adecuadas: mosquitos zumbadores, ruidos exteriores, la escasa ventilación, la falta de aparatos que refrigeren el ambiente, y hasta ciertas comidas o bebidas que pueden complicar la digestión.
Lo sabemos por experiencia propia: cuando no descansamos bien durante la noche, el agobio mental y físico se siente al arrancar el día; nos sentimos aletargados, nuestras respuestas no son las mismas y tampoco nuestro estado de ánimo. La razón de este malestar es sencilla: dormir no es solo una necesidad del momento, sino una medicina. Durante el sueño, el cuerpo se regenera, se consolida la memoria y el cerebro desecha todo aquello que no le sirve. Es por eso que cuando despertamos de un descanso pleno, nos sentimos renovados, en el sentido amplio del término.
Con la intención de que el lector cuide la cantidad y calidad de su sueño, Bien! propone un repaso por algunas sugerencias que pueden ayudar a planificar el descanso como parte de las actividades del día.
Previsiones
Dado que en general la experiencia del descanso es algo que sobreviene a la sensación del cansancio, no solemos planificar esa parte de la jornada tan importante como es entregarnos al sueño. Es como si estuviéramos programados para emprender actividades y asumimos que apenas nos quedamos sin energía lo que le sigue es cerrar los ojos, hasta recuperar el talante.
Sin embargo, lo aconsejable es que lentamente se vaya ingresando a una zona de reposo, que no abarca solo lo físico sino lo mental y hasta lo emotivo. En el mismo grado de importancia está otra premisa: no ir a dormir inmediatamente después de cenar es tan relevante como no llevarse problemas sin resolver o discusiones a la cama.
Naturalmente, cada persona elegirá el método. Uno de ellos es meditar sobre cómo ha sido la jornada, hacer una pequeña evaluación, y preguntarse cómo enfrentar al día siguiente lo que hubiera quedado pendiente. En ese sentido, es bueno preguntarse si aquello que nos preocupa está bajo nuestro gobierno o si nos excede. En este sentido, hay numerosas alternativas, como meditar, escuchar música relajante, y leer materiales que nos agraden.
Los especialistas coinciden en que utilizar el teléfono celular y otras pantallas es el recurso más habitual y menos aconsejado.
Acondicionar la habitación
Un primer gesto es controlar que la cama esté ordenada, en lo posible tendida. Y si no está tendida, hacerlo. En esa línea, se sugiere chequear que las sábanas estén limpias. Si la noche se puso fresca se puede aprovechar para abrir las ventanas, pero si el calor es agobiante se puede encender el ventilador o el aire acondicionado, sin dejar de atender que cuando el cuerpo esté relajado va a perder temperatura, por lo que no se aconseja poner el aire en menos de 24 grados. Esto además permitirá ahorrar y cuidar la energía.
Para desprender el calor acumulado en el cuerpo, puede ayudarnos una ducha antes de dormir, lo que generará además una sensación de alivio. Algunos expertos señalan que el baño con agua caliente o tibia actúa como un relajante muscular.
Reparos
Si bien no siempre puede controlarse, comer y beber en exceso hará que cueste más conciliar el sueño y entorpecerá la calidad del descanso. Se recomienda en ese sentido, que la comida más pesada del día no sea la cena. Si se pide una referencia, podemos consignar que los especialistas recomiendan comer liviano y evitar el consumo de alcohol unas tres horas antes de acostarse.
En cuanto a la cantidad de horas, la recomendación general es que los adultos duerman al menos 7 horas; los niños entre 10 y 11 horas y los adolescentes entre 9 y 10 horas.
Con estas indicaciones, se estará más cerca de alcanzar el descanso reparador que se anhela, sobre todo en las noches en las que el calor lo inunda todo.
Como la experiencia del descanso es algo que sobreviene a la sensación del cansancio, no solemos planificar esa parte de la jornada.