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    «Resignificar la Shoá nos permite reflexionar sobre otros genocidios»

    El 27 de enero de cada año se rinde tributo a nivel internacional a la memoria de las víctimas del Holocausto y los estados asociados a la Unesco ratifican su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia.

     

    Fomentar la coexistencia, ser solidarios con quienes padecen discriminación y respetar el legado de los sobrevivientes son algunos de los valores que deben transmitirse al educar sobre la persecución y aniquilación de los judíos durante el nazismo porque «también permite reflexionar sobre otros genocidios», dijo el director ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires, Jonathan Karszenbaum.

    El 27 de enero de cada año se rinde tributo a nivel internacional a la memoria de las víctimas del Holocausto, o la Shoá, y los estados asociados a la Unesco ratifican su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que conduzca a actos violentos contra determinados grupos humanos.

    La fecha coincide con la liberación en 1945 del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, fecha oficialmente proclamada en noviembre de 2005, como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

    La Unesco, a través de un comunicado, explicó que «los Estados Miembros comparten la responsabilidad colectiva de abordar los traumas remanentes, cuidar de los lugares históricos y promover la educación, la documentación y la investigación».

    En Argentina, este viernes se realiza el acto en el Museo del Holocausto de Buenos Aires, del que participarán los ministros de los tres organismos del Estado que integran la representación local ante IHRA (Alianza para la Memoria del Holocausto); los ministerios de Educación, Justicia y Derechos Humanos y la Cancillería: Jaime Perckzyc, Martín Soria y Santiago Cafiero.

     

    Homenaje

    «El mundo rinde homenaje a las víctimas del Holocausto en un acto simbólico de solidaridad y como un ejercicio de introspección para pensar cómo podemos construir una mejor convivencia y una ciudadanía más comprometida», afirmó Karszenbaum en diálogo con Télam.

    «Es el legado que nos dejaron los sobrevivientes», agregó -desde su oficina- este joven de 40 años que ejerce la dirección ejecutiva del Museo desde marzo de 2016.

    Y agregó que para el Museo «es un honor ser anfitrión por segundo año consecutivo del acto que organiza el Estado nacional, en el marco del capítulo local de la IHRA, de la cual la Argentina es el único miembro latinoamericano pleno».

    —¿Cómo se resignifica la tragedia del Holocausto? ¿En qué síntomas sociales lo ve representado?

    —Se resignifica desde varias aristas en la vida cotidiana. Por un lado, el ejercicio de memoria y los homenajes a las víctimas, como cada 27 de enero, así como en las múltiples formas educativas y de divulgación que existen. La concientización colectiva ha sido creciente, especialmente en las últimas décadas, y ha permitido la reflexión de cara a otros procesos genocidas, a causas de derechos humanos, al incremento de la atención ante las violencias sociales y políticas, y a las múltiples formas de discriminación. El Holocausto (o la Shoá) funciona como un paradigma de referencia para alertar a las sociedades y fortalecer las democracias.

    —¿Considera que a pesar de los esfuerzos de los gobiernos, los organismos internacionales e instituciones como el Museo, las sociedades canalizan alguna conducta que se oponga y rechace este tipo de dramas sobre las muertes masivas y odiantes, o incurren en acciones semejantes?

    —Lamentablemente la humanidad aún cuenta con conflictos y violencias de todo tipo. La globalización contribuyó positivamente a un mejor seguimiento por parte de las sociedades civiles, pero también trajo nuevos desafíos para la construcción de métodos preventivos y de actuación ante la violación de los Derechos Humanos en todas sus formas. La ineficacia de los organismos internacionales y algunos gobiernos, en este sentido, hace que los aprendizajes sobre las lecciones del Holocausto sigan siendo necesarios para fortalecer las alertas sociales. La memoria sirve para reflexionar y nos ayuda a estar más atentos ante la proliferación del odio y la violencia en sus distintas formas.

    —La educación juega un rol fundamental en la comprensión y confrontación de pasados violentos como la historia trágica del Holocausto. ¿Cuáles son, a su criterio, los valores elementales que deben transmitirse a la hora de educar sobre los genocidios?

    —En primer lugar, la humanización del otro y evitar construir y difundir estereotipos negativos sobre grupos y personas. Para ello, fomentar la coexistencia democrática se vuelve fundamental para disipar el miedo y la desconfianza. En segundo lugar, fomentar una ciudadanía más atenta y menos indiferente ante procesos de discriminación y discursos de odio. Quienes rescataron judíos durante la Shoá o el Holocausto fueron personas que asumieron grandes riesgos para proteger y salvaguardar la vida de personas frente a la brutal injusticia de la persecución y muerte que proponía el nazismo. Ser solidarios con quienes padecen discriminación debería ser una conducta generalizada. Por último, alertar sobre las ideologías o grupos que fomentan el odio, desconfiar de los mensajes mesiánicos y resistir acciones deshumanizantes, sea cual fuere el contexto en el cual ocurran. El nazismo demostró que sociedades enteras, económica y científicamente desarrolladas, pueden ser parte de un proceso genocida.

     

    Chivo expiatorio

    “El nazismo encontró en los judíos el chivo expiatorio ideal al que acusar de múltiples males que iban desde la amenaza racial, la supuesta difusión del comunismo y el control del capitalismo financiero, pasando por la extranjerización de los judíos que vivieron en Europa por más de dos mil años, y que en Alemania representaban menos del 1% de la sociedad. Los chivos expiatorios siguen existiendo, son la forma simplificada que tienen los extremismos de focalizar su odio y sus actos violentos, y también de prometer la redención total con la «solución» de ese problema. Ni el Holocausto ni los genocidios subsiguientes impidieron que se sigan formando grupos e ideologías de odio”, afirmó Karszenbaum.

    —Suele decirse que el origen del nazismo estuvo en los discursos de odio creados por la maquinaria de propaganda nazi. ¿Coincide con esa apreciación?

    —La propaganda fue consecuencia de un sistema de ideas originado en el antisemitismo con aportes seudocientíficos de las teorías racistas de la época. La propaganda nazi fue fundamental para la divulgación del antisemitismo y sirvió para el ocultamiento de lo sucedido con todas las víctimas del régimen nacionalsocialista.

     

     

     

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