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    Las transformaciones de un antagonista particular

    El villano que en América Latina llamamos Guasón es parte de una estrategia dramática para que fulgure el personaje central: Batman. Versionado en múltiples ocasiones, la búsqueda de una personificación del Joker que hiciera trascender las épocas se entrecruzó con algunas obsesiones del actor australiano Heath Ledger, que lo pudieron haber llevado a la muerte.

     

     

    Alejo Román Paris

    Especial para EL DIARIO

    Habían transcurrido algunos minutos desde las 3 de la tarde del 22 de enero de 2008, cuando el actor australiano Heath Ledger fue encontrado inconsciente en su departamento de Manhattan, uno de los célebres barrios de Nueva York. Aquella tarde, Ledger tenía cita con su masajista. Fue ella quien, al anunciar su llegada y no recibir respuesta, se comunicó con la ama de llaves del actor. Así fue como ingresaron y lo hallaron recostado, boca abajo, en su cama e inconsciente. Al notar que no respiraba, solicitaron auxilio al 911. El operador de emergencias indicó que se le realizaran maniobras de reanimación. Pero ya era muy tarde. Los peritos forenses se encargaron de investigar las enigmáticas circunstancias de su muerte, y fue entonces que las labores artísticas de Ledger se cruzaron con su lúgubre final.

    El 4 de noviembre de 2007, el diario The New York Times había publicado una entrevista donde Ledger afirmaba tener problemas para conciliar el sueño. En su declaración, el actor atribuía dicho conflicto a los últimos dos papeles que le había tocado componer. “La semana pasada probablemente dormí dos horas por noche en promedio. No podía dejar de pensar. Mi cuerpo estaba exhausto, pero mi mente seguía funcionando”, aseveró Ledger en aquel diálogo con Times. Por eso, los peritos encontraron la causa de su deceso en una sobredosis de los medicamentos contra el insomnio que el actor estaba consumiendo al momento de su muerte.

    El más reciente de los papeles referenciados era nada menos que el del Joker, el gran villano de los comics de Batman. Ledger había sido convocado para encarnar al personaje en El caballero de la noche, la segunda parte de la trilogía dirigida por Christopher Nolan. La película se estrenó el 18 de julio de 2008, de manera que Ledger nunca pudo ver el trabajo concluido. Su fallecimiento, sumado al hecho de que la saga buscaba adaptar los personajes de Batman a un universo hiperrealista, fueron variables que se conjugaron para afectar positivamente a la campaña publicitaria de la película.

    Por otra parte, el enorme trabajo que hizo Ledger fue galardonado con un Oscar al mejor actor de reparto de manera póstuma (siendo el segundo en conseguirlo de esta forma, detrás de Peter Finch, en 1976). Todas estas variables entraron en juego para darle un halo mítico al proceso de composición de Ledger y para teñir al Joker de “personaje maldito”, al menos por un tiempo.

    El hombre que ríe

    En efecto, Joker es el gran villano que todo héroe necesita. No obstante, no fueron cara y ceca desde los inicios: Batman hizo su debut en Detective Comics en 1939, mientras el Joker fue presentado como tal recién en el primer volumen de Batman de 1940. Sus creadores se inspiraron en la apariencia del actor Conrad Veidt al encarnar a Gwynplaine, el personaje principal de la novela El hombre que ríe, de Víctor Hugo, en el metraje mudo homónimo de 1928.

    El papel fue interpretado en diferentes oportunidades y por diferentes actores. El Joker de César Romero fue, quizás, el personaje más cómico en una serie que iba precisamente en esa sintonía. Batman (1966-1968) estuvo marcada por la estética psicodélica y el humor, ambos factores que aplicaban perfecto para el Joker. Lo curioso, y hasta paradójico, es que esto no favoreció el desarrollo del personaje. César Romero le brindó un estilo único, es cierto, pero ese Joker fue fruto más del histrionismo del actor que del propio personaje. Este fue un denominador común en el príncipe payaso, hasta la llegada de Heath Ledger.

    En 1989 Tim Burton tomó la batuta para encabezar un proyecto cinematográfico sobre el caballero de la noche, sin precedentes en la gran industria del cine. Allí, Jack Nicholson fue el elegido; y ocurrió otra vez, como con Romero en los ‘60, el histrionismo. Jack fue más Nicholson que Joker, al punto tal que el alter ego del villano llevaba el nombre del actor. En la historia de Burton, Jack Naiper era un mafioso que asesinó a los padres de Bruce Wyne ante los ojos del niño, contribuyendo de manera clave a forjar el mito de Batman (algo fuera del canon, porque fue Joe Chill quien asesinó a Thomas y Martha Wyne en el mítico callejón del crimen). Luego caería en una planta de desechos tóxicos, adquiriendo un tono pálido en la pigmentación de su piel.

    Heath Ledger, caracterizado como Joker, en “El Caballero Oscuro”.

    Reír hasta morir

    El hecho de que Romero y Nicholson fueran más ellos mismos que el Joker puede haber representado el abismo al que debió enfrentarse Heath Ledger. Es que su versión del villano debía alimentar el desafío del héroe, tenía que encontrar la manera de expresar la ausencia de orden y de lógica que representaba Batman. Fue así que su trabajo de composición puede haberse centrado en cómo encarnar el mal, y este viaje pudo haberlo llevado hasta la muerte. ¿Quién más, aparte del Joker, quiere ver el mundo arder?, como se dice del villano en el metraje de Nolan. “Quien con monstruos lucha, cuide a su vez de no convertirse en uno. Cuando miras largo tiempo a un abismo, este también mira dentro de ti”, escribió el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, en su libro de aforismos titulado Más allá del bien y del mal. En efecto, el personaje encarnado por Ledger estaba dominado por la perspectiva nihilista presente en la filosofía del autor de Así habló Zaratustra.

    El universo del Joker de Ledger es una Gótica signada por la corrupción y la desesperanza; donde los personajes teorizan que los héroes mueren o viven lo suficiente para convertirse en villanos, donde esgrimen argumentos que postulan que el azar es la única justicia válida, o que no se puede ser decente en un mundo sin moral. Ahí, el Joker es un personaje filosófico que levanta la bandera del anarquismo. Así lo ilustran sus escenas, donde el personaje se despacha con frases como “soy un agente del caos”, “el caos es miedo”, o “la única forma de vivir en este mundo es sin reglas”. De la misma manera que se anima a reflexionar que “nadie se altera cuando todo va de acuerdo a un plan, aun cuando el plan sea espeluznante. Yo no tengo planes. Soy un perro siguiendo autos, no sabría qué hacer si los alcanzo”.

    En la trama del filme, el origen del Joker se plantea como un misterio. Entre otras artimañas del guion, el personaje discurre entre la causa de las cicatrices de su rostro que simulan una sonrisa forzada. Lo cierto es que el Joker de Ledger viene de un lugar desconocido, no sabemos nada de él, y tampoco sabemos dónde irá.

    Con la muerte de Ledger, se frustró cualquier plan por continuar la historia del personaje en la última entrega de la trilogía. Entonces, ya no supimos de dónde venía el personaje, y tampoco a donde iría. El Joker se volvió icónico por la tragedia de Ledger, y la misma nube de misterio que ya rodeaba su origen, también oscureció su destino.

     

     

     

     

     

     

     

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