Entre Ríos viene atravesado hace tres años temporadas de sequía. La falta de precipitaciones abundantes y las temperaturas elevadas han provocado daños severos en los árboles, las plantas y la naturaleza en general. Este año se suma con el mismo problema y el panorama es poco alentador.
Lisandra Dittler / [email protected]
En lo que va de enero, las lluvias han sido escasas y se ven las consecuencias en el medio ambiente. Esto se refleja en el color de las hojas de los árboles, en las flores, en el césped y en el suelo, que con el correr del tiempo, empieza a quedarse sin la humedad necesaria para que la flora subsista.
Carlos Morbidone es ingeniero agrónomo y actual responsable del Vivero Municipal de Paraná. En una charla con EL DIARIO explicó de qué manera afecta este fenómeno a los árboles y plantas.
—¿Qué consecuencias se observan en los árboles por la sequía?
—Lo que observamos en nuestra área agronómica es la influencia negativa del clima. La falta de lluvias provoca estrés hídrico, que es la faltante de agua para la normal subsistencia de las plantas. Y las altas temperaturas provocan estrés térmico o calórico. Asimismo, nuestro suelo está compuesto en su mayoría por arcilla. Esta situación genera que, cuando hace calor, la arcilla se contraiga y genere grietas en la tierra. Cabe aclarar que la aparición de grietas conlleva un fuerte movimiento el cual provoca también la rotura de raíces.
—¿Qué cantidad de agua necesita una planta o árbol para subsistir?
—Es muy variable de acuerdo con la especie. Ahora nos encontramos con que no hay reserva de humedad en el suelo, debido a que hace mucho tiempo no llueve. Actualmente, las que más sufren esta situación son las plantas nuevas que tienen poco desarrollo de raíces para explorar la búsqueda de agua. Así como los árboles que no son de nuestro clima y que están acostumbrados a climas más templados y húmedos. En ese sentido, los eucaliptus se destacan además por tener una gran altura, característica que dificulta, en su extenso recorrido, el hallazgo del agua suficiente para sobrevivir. Hay plantas o árboles jóvenes en los que la lluvia puede ser suplantada por el riego. Nosotros en Entre Ríos por lo general no necesitábamos esto, pero al sumar un nuevo verano con esta problemática apreciamos la perdida de las reservas que se encuentran debajo de la superficie.
—¿Cuánto cuesta remediar los daños en la naturaleza?
—Debería llover y en este momento se necesitaría más de 100 mm de una lluvia que penetre sobre la tierra y no que corra. Esto ayudaría a recomponer la humedad pérdida.
—¿Qué especies de árboles son las más afectadas?
—Por ejemplo, el ciprés de los pantanos que es originario de zona de Florida, Estados Unidos. Es una especie que está acostumbrada a una tierra húmeda. Este tipo de árboles empiezan a cambiar el color de sus hojas junto con su posterior caída, conducta similar a lo que ocurre en la estación otoñal.
—¿Tiene un relevamiento de árboles perdidos por la sequía?
—Hasta el momento en nuestra provincia no hay pérdida de especies. Los árboles son seres especiales, están diseñados para vivir muchos años. En ese aspecto, hay algunos que tienen una duración de tres mil años y en ese tiempo tienen que afrontar diferentes adversidades.
LAS PLANTAS
En relación con el daño provocado en las plantas de jardín, Morbidone sostuvo que al poder regarlas se puede sobrellevar mejor la situación. De todos modos, sufren también porque tienen menos poder de exploración de humedad que los árboles. En ese sentido, tanto las plantas como el césped, van mutando su aspecto como un mecanismo de protección, tratando de perder la menor cantidad de agua posible y subsistir, explicó el especialista.
La situación en el campo
Jorge Jesús Gvozdenovich, ingeniero agrónomo e investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), comentó a EL DIARIO que “la principal consecuencia de la sequía en los campos es la falta de agua en el suelo. El agua es el transporte natural para todos los alimentos. Entonces al no haber agua, a la planta se le dificulta absorber todo tipo de nutrientes. Además, como nuestro suelo está compuesto por arcilla, el agua es retenida y no queda disponible para los cultivos”. En resumen, “la consecuencia generada es una especie de desertificación generada por la falta de lluvias y el suelo arcilloso”, sostuvo el especialista.
Con relación a la producción más afectada en Entre Ríos, el ingeniero explicó que en cuanto a cultivos de verano el maíz es el más afectado: “más del 90% de la superficie sembrada con maíz está perdida. Y esto es muy importante porque la producción de maíz es una de las más demandante. La provincia es una de las primeras productoras a nivel país y muchos animales incluso consumen y se alimentan a base de maíz. Y si a este contexto le sumamos que la mayoría del maíz está muerto, no hay manera de cumplir con las demandas”.
“Otra de las consecuencias recae sobre las pasturas que son el alimento de las vacas tamberas. La pastura está estancada, no crece ni avanza. Y por otro lado están los cítricos que también se ven afectados porque hay menos producción. El árbol no tiene agua y tiene menos frutos” detalló el entrevistado.
Con respecto a un sistema de riego que pueda paliar la situación, el referente describió que ese tipo de sistemas es complicado en Entre Ríos: “las estadísticas del observatorio de INTA dicen que, de 10 años, tres años son secos y siete son lluviosos. Entonces si vos compras un equipo de riego no resulta tan rentable porque pasarías mucho tiempo sin utilizarlo. Hay productores grandes que sí invierten, pero hay otros que no pueden hacerlo”.
Vinculado a la cantidad de hectáreas afectadas, el ingeniero dijo que “la superficie agrícola actual que corresponde a 1.600.000 de hectáreas, tiene una pérdida de más del 90%. De las 7.500.000 hectáreas que corresponden a Entre Ríos, sacando un millón que es el Delta, también hay más de un 90% de sequía extrema.
Por último, Gvozdenovich agregó que hace mucho no se registraba un panorama similar: “ha habido sequía, pero no con temperaturas tan elevadas que provocan que el suelo se seque y que la planta transpire mucho más que lo normal. Hoy en día, Entre Ríos tiene solo un 10% de agua útil en sus tierras”.