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Sarah Vaughan, una de las voces más notables del jazz

Sarah Vaughan tuvo una carrera plagada de reconocimiento y premios.

Sólo recordada por los conocedores del jazz, la cantante Sara Vaughan grabó más de 60 discos y se presentó junto a leyendas como Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Miles Davis. Su amplio registro, su capacidad de improvisación y su conciencia social constituyó un legado imborrable.

Tenía una voz maravillosa, inaudita, que cubría casi cuatro octavas, y con la que hacía todo lo que se proponía: empezaba una canción por el registro medio –robusto, pero a la vez aterciopelado- y de pronto descendía hacia unos graves insondables, para de allí trepar hacia un falsete casi infantil, de una aguda ironía.

Todo eso en un puñado de minutos, que es lo que duran, por ejemplo, sus versiones de Send in the clowns, la triste balada de Stephen Sondheim que inmortalizó primero junto a la orquesta de Count Basie, pero de la que han quedado también varios registros en vivo, que dan cuenta de que lo suyo iba más allá de un tour de force.

Como la gran cantante de jazz que fue –una de las mejores de la historia del género- era una improvisadora genial y nunca se sabía hacia a dónde la llevaría su vuelo poético.

Así las cosas, los seguidores que no olvidan a Sarah Vaughan, una de las voces más prodigiosas e influyentes del jazz, están celebrando el centenario de su nacimiento, que ocurrió en Newark, Nueva Jersey, el 27 de marzo de 1924.

Comenzó su carrera a los 18 años, deslumbrando al público con su virtuosismo vocal y su capacidad para improvisar.

Apodada Sassy, por su personalidad vibrante, y La Divina, por su talento celestial, Vaughan dominó la escena del jazz durante cinco décadas, dejando un legado imborrable en la historia de la música.

Orígenes

Hija de un carpintero y una cantante de iglesia, Vaughan creció rodeada de música. Desde pequeña, evidenció un talento excepcional para el piano y el canto. A los 12 años, ya era organista en la iglesia de su comunidad.

Su debut profesional llegó en 1942, cuando ganó un concurso de talentos organizado por la banda de Earl Hines. A partir de ese momento, su carrera despegó rápidamente.

Vaughan fue una pionera en el jazz vocal, incorporando técnicas del bebop y scat a su estilo. Su voz se caracterizaba por su tonalidad grave, por su enorme versatilidad y por su control del vibrato; su tesitura, similar a la de una cantante de ópera, le permitía saltar del registro grave al de soprano con gran facilidad. A lo largo de los años, su voz se fue haciendo más oscura, aunque no llegó a perder nunca su poder y su flexibilidad.

A lo largo de su carrera, colaboró con los grandes nombres del jazz, como Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Miles Davis, y Ella Fitzgerald. Grabó más de 60 álbumes, incluyendo clásicos como Tenderly, Perdido, y Sassy.

Cualidades

El talento la llevó a la cúspide y, aunque su vida no fue tan dramática como la de Billie Holiday, Vaughan casi se arruinó por culpa de algunos de sus maridos o managers (o las dos cosas simultáneamente) que miraban mucho más el dinero que el cariño.

Ella, sin embargo, logró reinventarse varias veces, ya fuera actuando con cuartetos y quintetos, con bandas sinfónicas, con su voz a garganta descubierta o colaborando con artistas ajenos al jazz como Bob Dylan, John Lennon y Marvin Gaye, y hasta emblemas de la bossa y la samba como Milton Nascimento o António Carlos Jobim.

En 1989, su salud comenzó a declinar. Canceló una serie de actuaciones en Europa aquejada por una artritis, aunque pudo completar una serie posterior de shows en Japón. Durante unas actuaciones en el Blue Note Jazz Club de Nueva York en 1989, Vaughan fue diagnosticada de cáncer de pulmón.

Entonces, regresó a su casa en Los Ángeles, California, para comenzar la quimioterapia y pasó sus últimos meses entrando y saliendo del hospital, hasta que murió el 3 de abril de 1990, pocos días después de haber cumplido 66 años.​

Valorada

Vaughan recibió numerosos premios a lo largo de su carrera, incluyendo dos Grammy Awards, el Lifetime Achievement Award, y el NEA Jazz Masters Award. En 1989, fue incluida en el Salón de la Fama del Jazz.

No solo fue una cantante excepcional, sino también una figura que desafió los estereotipos raciales y de género de su época. Su talento y determinación la convirtieron en un ícono del jazz y una inspiración para las generaciones venideras.

Sarah estudiaba sus canciones al detalle para apropiarse de ellas. Como cuenta Claudio Parisi en Grandes del jazz internacional en Argentina (Gourmet Musical, 2029), durante su cuarta visita al país en 1977, trajo una pila de cassettes de música de Brasil que estaba escuchando para la grabación de I Love Brazil, su primera incursión en la bossa nova.

Su último registro en el estudio fue para el multipremiado Back on the Block de Quincy Jones, gran ganador de la edición de los Grammy de 1989. El álbum fusiona rap, jazz y R&B y cuenta con una interminable lista de invitados, que incluye, entre otros, a Ice-T, Dizzy Gillespie, George Benson, Barry White y Miles Davis.

Vaughan hizo un pequeño dueto de scat con nada menos que Ella Fitzgerald, quien también hizo aquí la última grabación de su carrera. De pronto, el círculo se cerró. La cantante que dio sus primeros pasos abriendo para la Primera Dama de la Canción, la concluyó cantando con ella en una forma totalmente inesperada.

En rigor de verdad, es increíble que sus voces se hayan unido tan tarde en una pista que exuda vanguardia como lo es Wee B. Dooinit (Acapella Party). Solo Quincy Jones, con el talento y la osadía que lo caracterizaba, pudo haber logrado algo así.

En casi cincuenta años, Sarah Vaughan alcanzó un abanico musical amplísimo, pero siempre con un denominador común: su voz, que, como la describió el crítico Gady Giddins, “solo aparece una vez en la vida o, quizás, en muchas vidas”. Basta con escuchar cualquiera de sus grabaciones para entender por qué la omisión de Rolling Stone fue un error inexcusable. Es inconcebible haber ignorado a una artista única, con un rango vocal nunca visto, que -y esto no es una exageración- nadie en un siglo pudo igualar.

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