jueves , 2 mayo 2024
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En la literatura, hay otras nociones de lo materno

Los cambios en la cultura modifican el vínculo con las maternidades. Foto: Melina Londero.
De ser la gran ausente de la literatura, a devenir en una tendencia cada vez más creciente de libros que la narran, la maternidad dejó de ser un tema invisible en la ficción contemporánea, como lo demuestran numerosos títulos que abordan ese rol desde perspectivas complejas y contradictorias.

Desde hace años, Nora Domínguez Rubio, profesora consulta de la UBA y codirectora de la Historia Feminista de la Literatura Argentina, estudia las representaciones de género en las literaturas del país y de América Latina, y el lugar de la maternidad en la narrativa. En 2007, publicó “De dónde vienen los niños. Maternidad y escritura en la literatura argentina”. Allí rastreaba las distintas maneras de contar a la madre en autores y autoras nodales de la literatura argentina. Las madres son su objeto de estudio porque iluminan las relaciones de poder: cómo se cuentan, quiénes la cuentan, con qué intenciones hablan de lo social y cultural, apuntaba en ese libro.

En los últimos años, con más precisión en la última década, la literatura argentina y latinoamericana contemporánea dio un giro en las representaciones de la maternidad: novelas, cuentos, poemas, la figura de la madre o el rol de la maternidad dejaron su lugar de servicial, doméstico y edulcorado para resurgir en su dimensión más compleja, a veces alejada de mandatos, habitando sus lugares de no deseada, inesperada o transformadora.

–¿Identificás un cambio en las representaciones de la maternidad en la narrativa argentina de los últimos años? ¿Dejó de ser la madre esa “ausente” que identificaste alguna vez?

– Efectivamente en mi libro “De dónde vienen los niños. Maternidad y escritura en la literatura argentina del 2007” identificaba, muy convencida ya que intentaba demostrarlo dando cuenta de las ausencias en los autores más centrales. Incluso Arlt en un aguafuerte decía que la literatura argentina carecía de esas madres poderosas como la de Gorki, por ejemplo. Yo estaba mirando la literatura argentina de la segunda mitad del siglo XX. Pero hacia los 90 ya se empezaba a vislumbrar una presencia mayor. La emergencia trágica de las Madres de Plaza de Mayo como colectivo político creo que marca una conmoción simbólica sobre cómo las mujeres argentinas nos pensamos, imaginamos, sea real o imaginariamente como madres. Y hubo un texto central como fue “El Dock” (1993) de Matilde Sánchez que se hace cargo de esa maternidad no elegida, al calor de una amiga-madre que se decide por la lucha armada y lega su hijo a la narradora. En esta última década el tema estalló, no solo en la Argentina

Nuevos vientos

–¿Y cómo se explica ese giro? ¿Los feminismos, la literatura del yo, la visibilidad de mujeres en el mercado editorial, la construcción de voces más intimistas?

–Evidentemente los feminismos alientan modos de pensarnos y modos de escribir sobre esa experiencia, que sigue siendo, como dijo tan bien Julia Kristeva, una “catástrofe de identidad” y creo que habilitan un discurso y la posibilidad de una voz en primera persona que se hace cargo de esa experiencia. Es posible, que el desarrollo de una literatura del yo también sostenga esa irrupción.

Y el mercado hace lo suyo, sin duda, no se la va a perder. Al punto que las entrevistas a escritoras que en otra época reiteraban acerca de si escribían “literatura femenina”, ahora fatigan acerca de cómo se llevan con la escritura sobre lo materno. Es cierto que hay muchas que escriben sobre este tema; pero otras, no. Y las que encontraron allí una manera de explorar algo nuevo, están dando lugar a historias muy variadas y a escrituras muy disímiles.

Conclusión: no hay una manera de escribir sobre madres sino un despliegue asombroso con textos muy buenos. También hay una línea que se ocupa de explorar la memoria de la propia madre; el sujeto que narra se coloca de otra manera frente a la escritura y aparecieron textos extraordinarios como “El corazón del daño” de María Negroni o “La insumisa” de Cristina Peri Rossi o “Música materna” de Graciela Batticuore.

–La cantidad de libros también supone un cambio conceptual en el abordaje de las representaciones del rol materno, ya no preferentemente estereotipado sino como un rol político no romantizado, con matices, un rol donde caben muchas formas de ejercer y asumir la maternidad. ¿Identificás algo de eso?

–Esto es así, ya no hay espacio para los roles tradicionales, está la necesidad de hurgar, explorar afectos complejos, imaginaciones abiertas. La madre puede estar en un vínculo que no es biológico, pero que puede definirse como tal por el dispositivo de atención y cuidado que despierta como la narradora que cuida un niño que padece una enfermedad muy rara, en un clima de una catástrofe ambiental en “Mugre rosa” de Fernanda Trías o las novelas de Leila Sucari que tienen un costado obsesivo sobre el tema, pero encuentra personajes, mundos ficcionales, tipos de discurso que van variando en cada libro.

A fondo

–Así como se refleja en el mercado editorial ¿crecieron también los estudios literarios de género que indagan sobre la maternidad?

–Las investigaciones académicas sobre el género se vienen desarrollando desde hace tres décadas con lentitud pero con persistencia. Hablo de la Argentina y se han preocupado principalmente por indagar cuáles fueron las formas en que las escritoras han accedido al campo cultural, evitando la neutralización que se les exigía. Hay contribuciones académicas, muchas son libros, muy importantes sobre escritoras. Muchas de ellas, como las Ocampo, Storni, Norah Lange, Pizarnik, Griselda Gambaro, Juana Manuela Gorriti, Sara Gallardo, Beatriz Guido y una lista más engrosada, han merecido investigaciones sobre diferentes aspectos de sus producciones e importa fundamentalmente cómo sus escrituras y colocaciones disputaron sentidos sobre la cultura, la sociedad y la política centralmente. Las investigaciones no solo se centraron en nombres sino en problemas teóricos acerca de qué significó construir una autoría literaria femenina en diferentes épocas, cómo se han representado los cuerpos, o los tonos de una voz en disidencia. Más específicamente, si pensamos investigaciones sobre lo materno en literatura han aparecido en estos últimos años algunos artículos, aquí en Chile, en España y me parece que está aumentando el interés por investigarlo y seguramente esto sucede porque la emergencia de esta tendencia literaria.

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