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Estela de Carlotto, símbolo de la resistencia pacífica

La figura de Estela Barnes de Carlotto trascendió las fronteras de la cultura del país.

Ejemplo de constancia y de entereza, Estela de Carlotto se ha transformado en un ícono viviente de la resistencia ciudadana contra las arbitrariedades del poder. Tras años de lucha dedicada a buscar el paradero de nietos apropiados durante la dictadura, encontró el suyo, en lo que fue una especie de premio mayor.

Por su lucha y su labor, Estela Barnes de Carlotto ha sido nombrada doctora honoris causa en por lo menos dieciséis universidades públicas de Argentina; recibió numerosas distinciones, como el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; fue declarada Ciudadana Ilustre del Mercosur; recibió la Medalla Sor Juana Inés de la Cruz de la Universidad del Claustro de Sor Juana, entre muchos. 

Además, en 2011, se estrenó la película Verdades verdaderas, que refleja su lucha, dirigida por Nicolás Gil Lavedra. En el filme nos podemos asomar a un período siniestro, que Estela Barnes debió atravesar para llegar al presente.

Enriqueta Estela Barnes nació el 22 de octubre de 1930 en la ciudad de Buenos Aires. Desde los diez años, junto a su familia, vivió en La Plata. Allí conoció y se casó con Guido Carlotto. Tuvieron cuatro hijos. Fue maestra de grado y directora de una escuela. 

En los años setenta, tres de sus hijos tuvieron participación política militando en el peronismo. El 6 de agosto del año 1977 su esposo fue secuestrado y torturado por fuerzas de seguridad y fue liberado luego de pagar un rescate.

Recuento

En el mes de noviembre de 1977, su hija Laura, embarazada de tres meses, fue secuestrada y llevada al Centro Clandestino de Detención La Cacha. Antes del parto la trasladaron a otro lugar donde tuvo a su hijo.

Algunos testigos afirman que fue en el Hospital Militar de Buenos Aires, pero no existe un dato certero. Estela, como otras madres de hijos e hijas desaparecidos y desaparecidas en la dictadura, hizo gestiones para dar con el paradero de Laura y su hijo. No obstante, los resultados no fueron positivos.

Ante ese panorama, en abril de 1978 Estela Barnes comenzó a participar en las actividades de organizaciones de derechos humanos. Cuatro meses más tarde, la convocaron los militares y le entregaron el cadáver de su hija, a quien pudieron darle sepultura dos días después. El suyo fue uno de los pocos casos en el que los familiares pudieron hallar el cuerpo de su hijo o hija víctima de la desaparición forzada en Argentina. La búsqueda entonces se concentró en encontrar a su nieto. Desde 1989 fue presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.

En el caso argentino, ante la ausencia de los cuerpos y la falta de archivos, se construyó la necesidad de la aparición de los testigos cercanos a los sucesos de detenciones, torturas y asesinatos. Aunque no solamente de ellos sino de organismos de derechos humanos que luchaban por la visibilidad de espacios públicos por los que ya no tenían presencia en la corporeidad social. 

Caracterización

El periodista Luis Bruschtein (1954) reflexionó sobre el caso de los hijos de desaparecidos. “Durante la dictadura los militares consideraban que los hijos de los desaparecidos debían perder su identidad. Por eso los hacían desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban que la subversión era casi hereditaria o que se transmitía a través del vínculo familiar. El pensamiento militar es esquemático, simplista, está lleno de silogismos, cuadros sinópticos, llaves y organigramas. Puede servir para armar un motor, pero no para pensar a los seres humanos. Cultura es identidad, en un sentido más general que la familia, pero es la misma materia. De la misma forma que a los hijos de desaparecidos se intentó quitarles su familia, a la sociedad en general se intentó quitarle esos antecedentes que, como los padres de esos chicos, eran considerados subversivos.”

Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron a transitar el gran esfuerzo de la búsqueda, del duelo eterno, de la exigencia de saber qué pasó; de saber dónde están sus hijos, quién se quedó con su descendencia, con sus nietos. Esta nueva “estructura de parentesco” entre abuelas, madres e hijos, se organizó en torno a la desaparición forzada y generó una fuente importante de divulgación e investigación sobre el tema, y sobre otras cuestiones relacionadas con la historia reciente y los debates políticos que se materializaron en publicaciones, jornadas y congresos. Su lucha pacífica, persistente, marca nuestras generaciones y muchos nos reconocemos herederos, herederas de su ejemplo. 

Valentía

Periodista e hija de desaparecidos, Victoria Ginzberg recuerda. “Para los militares, eran sólo unas locas, las locas de Plaza de Mayo. Ellas se definían como Madres Argentinas que buscan a sus hijos Desaparecidos. Luego se convirtieron en Las Madres de Plaza de Mayo. A partir de allí, las mujeres siguieron reuniéndose en iglesias y casas particulares con otros familiares de desaparecidos para armar petitorios y solicitadas. Y además de la cita semanal de los jueves, intentaban estar en todos los actos importantes donde hubiese un funcionario argentino o extranjero. En agosto de 1977 visitó el país Terence Todman, en aquella época Secretario de Estado norteamericano para asuntos latinoamericanos. Las Madres trataron de llamar su atención en la Plaza de Mayo, cuando el hombre fue a entrevistarse con el dictador Jorge Rafael Videla. No pasaron inadvertidas para los periodistas extranjeros que estaban allí, ni para los policías. Una reportera de la radio NBC se interesó por las mujeres que gritaban y pedían por un minuto del funcionario estadounidense. Mientras las entrevistaba, se acercó un hombre de traje y le pidió ver su pasaporte. Cuando ella se lo mostró, se lo sacó. Las Madres se lanzaron contra el policía, lo tironearon, casi lo asfixiaron y lograron recuperar el documento y el material de la periodista”. 

En junio de 2014 Estela Barnes encontró a su nieto, el músico Ignacio Montoya Carlotto. Él decidió conservar ambas identidades, la de Ignacio y la de Guido, como lo hubiese nombrado su madre Laura. 

Cada vez que un nieto es restituido, los argentinos y las argentinas encontramos una parte de una generación recuperada, que ha sido apropiada brutalmente por la dictadura cívico militar (1976-1983). 

Con luz propia

La idea de “Las otras en nosotros” es poner la lupa en biografías de mujeres que en otro tiempo y en otro lugar acompañaron a personajes célebres de la historia: fueron hijas, hermanas, esposas, amantes, maestras, que brillaron con luz propia, pero quedaron recordadas en un segundo plano y hasta fueron olvidadas por las crónicas de época o tímidamente mencionadas. 

La mayoría de los casos guarda relación con esta circunstancia, la de pertenecer a un círculo de ámbitos como los de la ciencia, la política, el arte, y las organizaciones sociales. Sin embargo, también haremos referencia a mujeres que, por su carácter temerario, sus aventuras fuera de lugar o su intrepidez quedaron fijadas en un imaginario popular que alimentó esos mitos con anécdotas y relatos que otorgaron rasgos ficcionales a sus personalidades o actuaciones. 

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