Néstor Lódolo es un reconocido médico cardiólogo que ejerce en la ciudad de Paraná y en San Benito desde hace más de 30 años. Siempre de la mano de la Educación Física, profesión que abrazó en la década del 70 y con la que cumplió 50 años de egresado en Santa Fe. En diálogo con MUY aseguró: “La Educación Física y la Cardiología siguen siendo mi motivo de vida, no sé hacer otra cosa”.
Gabriela Gómez del Río / [email protected]
Néstor Lódolo tiene 69 años, hace más de 40 que se recibió de médico cardiólogo y acaba de cumplir 50 años de egresado como profesor de Educación Física. Predica una vida saludable concientizando a sus pacientes en la importancia de realizar actividad física para contrarrestar dolencias y prevenir enfermedades, con hábitos y alimentación sana.
Con su modo tranquilo y el amor que transmite entre sus pacientes-alumnos, consigue contagiar esa llamita olímpica que desde 25 años ilumina el Instituto de Ciencias del Deporte, en calle Villaguay 20 de la capital provincial. Allí, de impecable guardapolvo blanco, Néstor recibió a MUY. Habló sobre sus inicios como profesor y como médico, de lo que generó la pandemia, asegurando que es un médico de posguerra (por la postpandemia), hizo hincapié en las recomendaciones para llevar una vida saludable.
-¿Cómo fue su vida de niño?
-Tengo un recuerdo muy lindo, tuve una niñez muy feliz, muy cerca del campo, en la que quedé muy signado por el trabajo. Mis padres nacieron en el campo y vivieron allí como hasta los 20 años, en la zona de San Benito. En la familia Puntín, donde me crié, el amor y la paz eran el denominador común. No recuerdo discusión, era mi abuela con tres hijos solteros, dos mujeres y un varón, todo fue un gran conglomerado familiar donde el motivo era el trabajo, se trabajaba en Navidad, en año nuevo, en el campo es así. Eso a uno le deja el estigma, tengo esas imágenes y por ahí me emociono, fueron mis tíos queridos, eran mis segundos papás. Siempre me inculcaron su vocación por el trabajo, uno se ha forjado después de cuarenta y tantos años trabajando, gracias a eso y si tengo que trabajar un fin de semana con lo que hago es una felicidad, vivo de mi vocación, gracias a Dios.
-¿Cómo fueron sus inicios con la Educación Física?
-Tengo una anécdota muy graciosa porque estando en la escuela secundaria, en Comercio, en quinto año, toda la carrera era para ser contador, especialista en ciencias económicas. Una profesora que quise mucho me preguntó qué iba a seguir estudiando, le digo “Educación Física”. Se asombró y no desmereciendo la carrera, me dijo que consideraba que eso no era para mí, -afirma entre risas-. Inicié en el año 70 la Educación Física y aún hoy sigo sintiendo lo lindo que fueron tres años de internado como estudiante en Santa Fe, ante un clima hermoso donde compartíamos entre 60 y 80 varones.
-¿Hubo algún mentor, algún referente?
-Como referente a nivel mundial, hace muchísimos años que sigo a un español, que a fin de mes voy a ver en Córdoba, es Valentín Fuster, un cardiólogo clínico, tremendamente investigador. Cada vez que viene trae la reseña del último trabajo mundial que hace en relación a distintas patologías. Ejerció en Barcelona, en Londres, actualmente lo visité en Nueva York en el último congreso que organizó, tuve la oportunidad de estar tres días internado en el Mount Sinaí, en un curso con él. Siempre ha sido el referente.
A nivel nacional hay muchos buenos cardiólogos que son referentes y nos ayudan a hacer un seguimiento. Hoy gracias a Internet, estudiamos todos los días. La pandemia inauguró la virtualidad como una manera de capacitarnos en forma permanente, más allá de todo lo que podamos leer diariamente. Es el motivo del progreso.
– ¿Cómo ve las afecciones cardíacas?, ¿cómo está la salud de la población, en general?
– Las enfermedades cardiovasculares siempre fueron la primera causa de muerte en el mundo, en el varón y en la mujer, ya no es más el cáncer en la mujer. Estamos ante una salida de la guerra –como le llamo yo-, hubo médicos de la guerra y médicos de posguerra. Yo me considero un médico de posguerra, durante la guerra, durante la pandemia estuve muchos meses sin trabajar. Ahora estamos viendo un recrudecimiento de las enfermedades cardiovasculares, en virtud de que se están suscitando una serie de desenlaces, más allá de las pérdidas humanas, económicas y de la renta no percibida durante la pandemia con un incremento tremendo del trabajo. Durante la pandemia yo atendí muchísimo virtualmente, teníamos grupos de rehabilitación, 17 grupos de Whatsapp donde compartía una lectura que alentaba el espíritu de todos nuestros pacientes.
-¿Cuál es el panorama que dejó la pandemia con respecto a lo que se observa en las consultas?
-Hay un incremento terrible de la consulta y del trabajo porque ha habido mucha inseguridad. Hay una sintomatología citopatológica muy grande, un incremento de los trastornos de los diabéticos, de los hipertensos, mayor cantidad de enfermedades cardiovasculares, y mayor cantidad de tratamientos quirúrgicos después de la pandemia. La pandemia generó no sólo angustias, sino pérdidas y esas pérdidas, esos duelos se están comenzando a vivir ahora, el recuerdo de alguien que no pude despedir. Entonces, en este momento estamos en un pico, un brote de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.
-¿Cuáles son sus mayores logros?
-Tener este Instituto, tener una familia. Es muy lindo estar orgulloso de sus hijos, de sus nietos, tener una compañera con 43 años de casados. Tener a los 69 años una construcción profesional y una construcción familiar de la cual estoy sumamente orgulloso porque esta vida de profesional y profesor en este volcán que soy yo de trabajar, todo lo que disfruto de mis hijos, que tienen 42 y 39 años, lo hizo mi mujer, siendo maestra jardinera, yendo y viniendo desde San Benito hacia Paraná. Estoy orgulloso no solamente de los logros profesionales, personales, sino más que nada de ver que mis hijos tienen una compañera que los quiere, y que son muy diferentes a su papá porque cambian pañales, dan la mamadera, llevan y traen a sus hijos de la escuela, -destaca emocionado-.
-¿Alguna recomendación para vivir mejor?
-Tratemos de vivir para darle más vida a los años, para darle más calidad a la vida, vivamos de alguna manera integralmente el día, no solamente trabajando, sino también dándole al cuerpo el cuidado necesario. Cuidamos mucho al auto y no cuidamos tanto al cuerpo, tengamos un buen seguro de salud, pensemos cuánto pagamos en el seguro del auto por mes y cuánto pagamos por el seguro de salud que tenemos.
La premisa es, actividad física diaria, rutina y tips diarios de actividad física para mantener elongación, flexibilidad para mantener las citoquinas altas que inhiben la recaptación de serotoninas y tienen un medio efecto antidepresivo, la dieta saludable, un sueño adecuado, estar al día con el médico para los controles. Creo que son las premisas como para darle más vida a los años, no solamente vivir más sino para evitar lo que nos da dependencia. Nos da independencia el cerebro, cuanto más lejos estemos de la demencia senil, del Alzheimer, mas voy a disfrutar de la vida.
-¿Qué hubiera sido si no se hubiera dedicado a la medicina?
-Vi tanto servicio, el sulky, el carro, el tambo que me gustaba mucho, el arado, la cosechadora ayudándole a mis tíos a bajar la bolsa de trigo o de avena, que creo que me hubiera gustado manejar un taxi, atender una estación de servicio. Ese espíritu me gusta, me gusta la gente, me gusta relacionarme, me gusta servir. Son cosas sencillas que de alguna manera no las pude hacer nunca.
MOTIVOS DE VIDA
“Cuando terminé la carrera (Educación Física) me vine a Paraná, trabajé mucho. Me recomiendan y entro a trabajar al colegio Gabriel Taborín, como profesor de Educación Física en el área de natación. Conseguí trabajo en Córdoba para irme a estudiar Medicina. Comencé a los 21, en 1974 y me recibí en 1979.
“La Educación física y la cardiología siguen siendo mi motivo de vida. No sé hacer otra cosa, me reclaman saber cambiar una llave de la luz. Disfruto de lo que hago, soy un obsesivo del conocimiento. Tengo dos lugares de trabajo, en San Benito tengo el corazón y el cerebro lo tengo acá, en Villaguay 20”.
Datos
Néstor Lódolo nació en Paraná el 5 de junio de 1952. Está casado con María Elizabeth Moliner desde 1979, con quien tiene tres hijos, Soledad y los mellizos, Agustín y Nicolás; y seis nietos, Francina, Santiago, Martina, Lorenzo, Malena y Mateo.
En lo que ha sido su vida, Néstor destacó en su adolescencia su paso por el movimiento católico La Loma, en Schoenstatt. “Tuve excelentes entrenadores espirituales, Hugo Gómez, Quitito Asensio, Carlos Penas, en un lugar que se llamaba El Ranchito, sobre calle Lebensohn”.
En su carrera profesional, está la vuelta a San Benito en 1990 donde se desempeñó el Departamento de Salud y Acción Social, Desarrollo Social hasta 1996. Entre el 2000 y 2003 fue director del Centro de Salud Corrales, Arturo Oñativia.
Hobbys: la caminata, el trote, la pesca. “Me gusta mucho estudiar, diariamente estoy conectado. Soy un ambicioso del conocimiento, un ávido del conocimiento. Todo lo que encuentro y leo lo comparto, ya sea con los colegas, con los grupos de chat que tengo, con los compañeros de escuela secundaria. Un hobby creo que es la docencia”.
Focos
“Entre enero y febrero preparo el foco del año, el día que yo pierda el foco, cierro el instituto. Si perdemos el motivo del año, entramos en una rutina de deambular”, asegura Lódolo.
Para este 2022, Lódolo elaboró para sus pacientes y alumnos un gráfico con las palabras: empatía, respeto, integración, autocuidado, paciencia, creatividad, tiempo libre, tolerancia, ocio, alegría, afectos, motivación, actividad en casa,