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jueves, marzo 23, 2023
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    Literatura infantil para hablar de abuso

    EL DIARIO conversó con la autora de “Sola en el bosque”, Magela Demarco, un libro que aborda la problemática del abuso sexual infantil y la violencia familiar. La publicación contó con el asesoramiento de profesionales del Hospital San Roque de Paraná. La escritora es autora de otros volúmenes como “Un papá con delantal” y “Mi amigo el mar”.

     

    Mónica Borgogno | [email protected]

     

    Magela Demarco es la autora de «Sola en el bosque», un libro sobre el abuso sexual infantil y la violencia familiar, que acaba de ser declarado de interés general por la Comisión de Familias, Niñez y Juventudes de Diputados de la Nación.

    Tanto ella como la ilustradora, Caru Grossi, han pasado por estas traumáticas vivencias. EL DIARIO dialogó con la periodista y escritora Demarco sobre éstas y otras producciones literarias que emergen como necesarias, pues ayudan a hablar de estos temas con niños, niñas y adolescentes.

    “Todo lo que escribo tiene que ver con mis vivencias, mis experiencias, con temas que me convocan, me enojan, me movilizan, me comprometen. El abuso sexual infantil me convocaba de manera particular a mí y a Caru Grossi, la ilustradora, porque las dos lo habíamos sufrido, ella en la infancia y yo en la preadolescencia. Con ella nos conocimos hace ya cinco años cuando la contacté para que ilustrara el que iba a ser mi primer libro de cuentos, que se llama “Mi amigo el mar”. Terminamos siendo muy amigas y nos dimos cuenta que compartíamos muchas cosas, una de las tantas era el abuso, algo que te marca para toda la vida. Quisimos hacer algo desde nuestros lugares para ayudar a que esto deje de ser tabú, deje de estar silenciado, escondido, callado.”, contó la escritora. Así surgió el vínculo entre ambas realizadoras.

    Qué aportaron las ilustraciones al texto, quiso saber EL DIARIO. “Fueron fundamentales para poder contar esta historia con esta temática tan densa y compleja, expresan lo que esa niña no puede expresar. Los dibujos dicen incluso lo que las palabras no pueden llegar a decir, eso que les pasa a tantas niñas y tantos niños que no pueden poner en palabras su sufrimiento y padecen en silencio. Las ilustraciones del libro reflejan el miedo, el terror, la horrible sensación de caer en un abismo. Yo siempre digo que es una maga de las ilustraciones. No me imagino este libro sin sus dibujos. La idea desde el comienzo fue que el libro abriera el juego, que habilitara las preguntas, que funcionara como disparador. Que las palabras no fueran jaulas sino pájaros. Para que cada niña o niño pueda hacer su propia interpretación, que va a depender de su edad, sus experiencias y su recorrido personal”, respondió la autora.

    “Todo lo que escribo tiene que ver con mis vivencias, mis experiencias, con temas que me convocan, me enojan, me movilizan, me comprometen”, aseguró Magela Demarco.

    El vínculo y aporte de los profesionales del Hospital materno infantil San Roque de Paraná, también resultó vital para desarrollar esta propuesta literaria. La complejidad del tema, llevó a escritora e ilustradora a buscar asesoramiento. “Nos contactamos con psicólogos y psicólogas del Hospital materno-infantil San Roque de Paraná, Entre Ríos, puntualmente con el jefe del Servicio de Salud Mental de ese hospital, el licenciado Emanuel Nesa, y la licenciada Luciana Andrés. Esta última es familiar de la ilustradora. Cuando terminé el texto, se los pasé y ellos me fueron marcando algunas palabras que quizás eran muy fuertes para que las reemplazara por otras. Ellos pensaron el texto también para utilizarlo en sus consultorios, adonde lamentablemente llegan muchos casos de abuso. El libro tiene un código QR en la tapa para que las mamás, los papás o las personas adultas que están a cargo de niños y niñas puedan acceder a una guía para trabajar el tema con los más chicos y en ese punto, también fuimos asesoradas por estos profesionales”, explicó Demarco.

     

    Lecturas

    El libro, editado por La brujita de papel, ha empezado a circular por ferias de libros como la de Morelos (México), se presentó en Perú y España, ha conquistado amplia repercusión entre docentes, médicos, psicopedagogas, psicólogas que trabajan a diario con niños y niñas. Sobre el recorrido, llegada e impacto de “Sola en el bosque”, se le preguntó.

    “Nos contactan muchas psicopedagogas que nos piden que hagamos la presentación del libro en sus instituciones, psicólogas que utilizan el libro en sus consultorios, maestras, gente de bibliotecas populares nos llaman para dar charlas. Las mismas periodistas que nos escriben para hacer notas se muestran muy conmovidas con el tema, ya sea porque lo sufrieron en carne propia, porque tienen hijas e hijos y les preocupa que puedan pasar por una situación similar o por simple sororidad con las demás compañeras que lo padecieron o lo padecen”, compartió.

     

    Esperanza

    Hoy los lectores y lectoras son muchos y de todas las edades, según comentó la autora. En las redes sociales suelen llegarles “mensajes de mujeres que fueron abusadas y nos buscan para compartir sus vivencias, señoras de 70 años que nos cuentan que pasaron por esto pero nunca se lo dijeron a nadie y todavía cargan con ese peso, y hasta esposos preocupados por sus compañeras que están padeciendo ataques de pánico por haber sufrido abuso en su infancia”.

    La lectura del libro impacta, artísticamente es precioso y a la vez, pinta un universo oscuro que es preciso abrir para encarar el tema y salir de la angustia y el trauma. “Es muy fuerte y movilizador todo lo que se va generando, y a la vez muy esperanzador. Poder poner en palabras estas situaciones traumáticas es muy importante. Es el primer gran paso para poder transitar un camino de sanación”, agregó.

     

    Vivir sin rótulos

    – Tu mirada de ESI y sus pilares como la afectividad y la perspectiva de género, aparecen en otras producciones literarias tuyas como “Un papá con delantal”, ¿cómo se fue filtrando esa mirada en tus libros?

    -Tengo 45 años y por ende, me crié en una sociedad machista y patriarcal. Mucho menos machista y patriarcal que la sociedad en la que se criaron mi abuela y mi madre, pero que todavía lo sigue siendo. Con sólo ver quiénes ocupan la mayoría de los cargos más importantes en las empresas, cuánto ganan los hombres y cuánto las mujeres por ocupar los mismos cargos, ver la cantidad de presidentes varones y la cantidad de presidentas mujeres que hay en el mundo, ver el tinte sexista del lenguaje o algo mucho más cercano y cotidiano: ver quiénes suelen hacer la mayor cantidad de las tareas de la casa, podemos apreciar que todavía estamos lejos de alcanzar una paridad real de género. Cuando era niña no me daba cuenta de estas diferencias.

    Fue más de grande y a partir de mis propias vivencias dentro de mi familia y luego con mis parejas que las fui notando. Obviamente porque la sociedad de a poco fue evolucionando en ese sentido. Hoy a mi hijo le puedo transmitir una manera más inclusiva, más empática y más sana de mirar la vida: sin ponerle género a los juguetes, a los colores, a las profesiones. Y sin etiquetar ni rotular a nadie.

     

     

     

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