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lunes, marzo 20, 2023
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    Arte y educación: “El pensamiento creativo va a salvar al ser humano”, sostiene la investigadora Laura Malosetti Costa

    Doctora en Historia del Arte, y miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes, la especialista visitó Paraná invitada por la Asociación Mariano Moreno para disertar sobre “Ernesto De la Cárcova: viejas y nuevas utopías”; en una entrevista con EL DIARIO, abordó los vínculos entre arte y educación; la tarea de formacion de restauradores –deuda que aún resta saldar en casi todas la provincias del país- y el lugar de la crítica y el crítico de arte.

    Carlos Marín/[email protected]

    Caracterizada por una humildad, que expone su calidad humana y profesional, Laura Malosetti Costa tiene un don singular para vincularse con las personas. Esa capacidad se intensifica aún más en Entre Ríos, ya que esta docente e investigadora, nació en Montevideo. Es decir, a los pocos instantes de conocerla, se instala la idea que se habla con una coprovinciana. O casi. En una oficina del Museo Provincial de Bellas Artes, la académica se presta a la entrevista con EL DIARIO. A un costado, apoyado sobre una estructura colocada para tal fin, reposa una magnífica pintura de Benito Quinquela Martín. La obra ha salido por un rato del depósito del Museo para ser evaluada por la académica y considerar la posibilidad de que sea sometida a un proceso de restauración.

    “Es la primera vez que visito Paraná y me siento muy a gusto”, confió con sinceridad Malosetti Costa. Su visita le permitió encontrarse con un `compañero de ruta´, el arquitecto Marcelo Olmos, quien además presentó a la eminente académica e investigadora

    ¿Por qué hablar sobre De La Cárcova´, autor de `Sin pan y sin trabajo´, una de las pinturas más emblemáticas del siglo XX en el arte realizado en el país?

    Sucede que luego de la exposición realizada en 1928 por la Asociación de Amigos del Arte, no había vuelto a exhibirse la obra reunida del artista, nacido en 1866 y fallecido en 1927. A partir del 150º aniversario de su nacimiento, el Museo Nacional de Bellas Artes organizó una muestra en la que se presentaron 70 trabajos del artista. La responsable de ese proyecto, que se inauguró en diciembre de 2016 en el Museo Nacional de Bellas Artes fue Malosetti Costa, en colaboración con Carolina Vanegas Carrasco. Eso reposicionó al célebre artista.

    “Ernesto de la Cárcova es el personaje que más admiro de todos los que trabajé. Fue muy querido durante su vida. Tuvo una muerte temprana. Pocos tuvieron el respeto unánime que el logró de la comunidad artística. Desarrolló una actividad muy intensa en diversos campos. Es impresionante”.

    Viajero entre dos mundos

    -¿Cuál es una característica singular de Ernesto De La Cárcova que se traslada al trabajo que realizó durante su vida?

    -Podría pensarse a de la Cárcova como un viajero, no sólo entre Sudamérica y Europa sino también un viajero entre clases sociales. Miembro de una familia tradicional de los sectores más acomodados, adhirió tempranamente a las ideas socialistas, fue patrono de becarios argentinos en Europa; fundó una escuela de formación de artistas gratuita y participó de innumerables iniciativas. Como artista estaba convencido de que el arte podía contribuir al mejoramiento de la vida social. He trabajado largamente sobre él y su obra. En primer lugar sobre `Sin pan y sin trabajo´. Luego me interesó su figura de educador, ya que fue fundador de la escuela superior de Bellas Artes. En la Academia hallé el archivo que había donado la viuda. Allí estaba la documentación sobre lo que había ocurrido en su vida. Trabajé mucho también con su familia.

    Hace unos pocos años una de las nueras me llamó porque habían fallecido los dos nietos de De La Cárcova, muy tristes porque iban a tener que empezar a vender la obra, no sabían bien qué hacer con ese patrimonio y querían comenzar a restaurarlo. En ese momento pensé `hay que hacer un homenaje a este artista, antes de que sus descendientes comiencen a desprenderse de la obra´. Ese fue el punto de partida de una revisión de todo lo que había investigado. Y me obligó a repensar la dimensión que cobró De La Cárcova en el arte contemporáneo.

    Y con todo eso armamos una sala en el Museo de Bellas Artes, que trataba de ser una réplica de aquella de 1928 y otra sala con `Sin pan y sin trabajo´ con todos los estudios técnicos que pudimos hacer sobre Sin pan y sin trabajo. Para el público fue un redescubrimiento. A la vez pusimos trabajos de artistas contemporáneos con resignificaciones y apropiaciones sobre ese magnífico trabajo.

    Sin pan y sin trabajo, De Ernesto de la Cárcova

    -De la Cárcova es uno de los artistas que trabaja con profundidad en su libro `Los primeros modernos´. ¿Cuáles son las claves de su lectura sobre la obra del autor de `Sin pan y sin trabajo´?

    – Es un clásico porque la vigencia del mensaje se renueva en cada generación. Un mensaje que cobra actualidad en el contexto que se vive actualmente. Ni hablar de 2001 y de 2008. Cada vez que en el país se vive una crisis el cuadro se resignifica.

    Arte, educación, ciencia

    -¿Qué artistas despiertan su interés en el panorama contemporáneo en el país?

    -Argentina sigue produciendo algunos artistas que tienen mucho reconocimiento. Por ejemplo Tomás Saraceno, que tiene una propuesta interesantísima de cruce entre arte y ciencia.

    – Usted trabaja en el área que vincula educación y arte. ¿Cuál es el sentido profundo de esa asociación en términos pedagógicos y formativos?

    Es una pregunta difícil de responder. Muy difícil. Permítame intentar. Por un lado estoy convencida que el arte es el factor más transformador de las sociedades y de los individuos. Sin arte, en general, no somos humanos.

    Creo que lo primordial es lograr que el arte transforme la vida. Es más: siempre lo hace. Parto de pensar al arte como nuestro instrumento más transformador, más poderoso para destruir barreras sociales, económicas.

    Además nos brinda la posibilidad de embellecer la vida cotidiana, de inventar, de desarrollar un pensamiento creativo. Hoy los programas de los científicos más duros están procurando incluir materias de arte en su currícula para estimular el pensamiento creativo.

    En relación a su vinculación con lo educativo, sobre todo pensando en las generaciones de niños, adolescentes y jóvenes, sostengo la convicción que el pensamiento creativo va a salvar al ser humano, como lo hizo siempre.

    Hoy tenemos computadoras y máquinas que hacen el trabajo mecánico. Atravesamos una crisis gigantesca a nivel global por el problema de la robotización y el trabajo, por ejemplo. ¿Cómo vamos a resolverlo? No tengo la menor idea. Es difícil imaginarlo en este contexto. Pero sí tengo claro que hay que estimular el pensamiento creativo, porque eso hace a un mundo mejor, más luminoso en el cual la gente tenga actividades creativas para realizar.

     

    Orígenes

    -¿Por qué se dedica a estudiar el mundo del arte?

    Para la académica «hay que estimular el pensamiento creativo, porque eso hace a un mundo mejor, más luminoso en el cual la gente tenga actividades creativas para realizar».

     

    -Creo que comencé para hallar un refugio en la belleza. En la etapa de mi vida que lo decidí, trabajaba como secretaria; tenía un bebé; vivía en una ciudad difícil. En esos años había un imperativo de que había que estudiar política, economía, sociología para arreglar el mundo. A tono con eso, 15 días antes del Golpe de Estado de 1976, hice mi ingreso a la facultad de Filosofía y Letras de la UBA… Con gran esfuerzo había revalidado los estudios secundarios. Pero nunca fui. Era peligroso ser uruguayo en esos claustros. Recién ingresé a la universidad en 1979, cuando el clima se había aclarado un poco y mi hija estaba más grande.

    En esa segunda oportunidad me inscribí en Historia del Arte. No existía esa carrera en Uruguay. Había tenido un profesor, Carlos Machado, dirigente del Partido Socialista, que había leído Hauser y hacía una historia social del arte en su materia del colegio secundario. Recuerdo su explicación sobre las catedrales góticas asociadas con el feudalismo. Y eso me había deslumbrado. Y después, claro, la cuestión de la belleza.

    Así lo que empezó siendo un pequeño consuelo en una vida complicada, ya que al llegar a La Argentina no tenía muchas esperanzas, se tornó con los años -luego de mis publicaciones, de trabajar con alumnos- en una certeza pequeña: que puedo ayudar a que el mundo sea mejor. Al menos un poquito, aunque sea a pequeña escala. Por ejemplo impulsando el diplomado de `Gestión de artes´ en una carcel de San Martín (Buenos Aires), que llevamos adelante a través del Instituto de Arte `Mauricio Kagel´, de la Universidad Nacional de San Martín.

    – ¿Cuál es el lugar de la crítica y el crítico de arte en el panorama contemporáneo?

    -Me gusta pensar que las palabras y las imágenes se atraviesan mutuamente y se transforman recíprocamente. Vemos de otro modo cuando la palabra alimenta nuestra mirada. Leemos o escuchamos de otra manera las palabras cuando las imágenes visuales se ubican en algún lugar entre ellas y nuestras imágenes mentales.

    Es cierto que la figura del crítico sustenta y aporta ciertas poéticas que también, a veces, son compartidas con los artistas, pero siempre en pos de convertirse en una suerte de traductor o intérprete de lo que sucede en la escena artística de su tiempo. Como sostiene Malosetti Costa, se trata de “programas comunes, pero desde roles bien diferenciados; el crítico de vanguardia fue quien se erigió en portavoz del grupo, sosteniendo en el discurso (y sobre todo en la prensa) sus valores y posiciones”.

    Hoy, “con las múltiples narrativas que propone el arte contemporáneo, la tarea del crítico parece más necesaria que nunca, en tanto guía, abordaje e interpretación de las construcciones de lenguajes”. Al respecto, la especialista opina: “Hay en la escena contemporánea manifestaciones artísticas que hablan a los sentidos del espectador y otras que se dirigen más bien a su intelecto, apelan a un universo de saberes, conocimientos y códigos accesibles solo a una elite. Por eso las obras siempre tienen públicos diferenciados: hay obras creadas para impactar emocionalmente a grandes audiencias y otras que requieren operaciones intelectuales complejas para su desciframiento, con lo que ven reducido su alcance inmediato, aunque luego algunas de ellas se instalen en el horizonte de públicos más amplios. Aquí la palabra ‘crítica’ suele ser la intermediaria”.

    Restauración: deuda pendiente

    -¿En qué situación se encuentra el oficio del restaurador en el país?

    – En primer lugar hay que decir que en todas las provincias hay situaciones similares, con obras de arte en estado crítico. Y de inmediato hay que señalar que el número de restauradores está mal distribuido. En el país hay muchos lugares muy huérfanos de restauradores..

    En Argentina, el restauro moderno, científico, comenzó con TAREA, que creó la Fundación Antorchas junto a la Academia Nacional de Bellas Artes, en la década del `80. Este taller duró una década, estaba previsto que durara una década. Fue un ejemplo muy virtuoso de colaboración entre el Estado y la iniciativa privada. El objetivo fue restaurar la pintura colonial, que se estaba perdiendo. En ese período de intenso trabajo y de estudios técnicos en el cual se restauraron pinturas en Humahuaca, Córdoba, Santa Fe, entre otros lugares.

    Al finalizar ese proyecto, Antorchas tuvo la iniciativa de generar un proyecto de formación, a través de cursos y capacitaciones, que fue dirigido por Américo Castilla, destinado específicamente a personal de museos. Una tarea que actualmente Castilla continúa desarrollando a través de la Fundación TIPA.

    En materia de restauro, la Universidad Nacional de las Artes (UNA) tiene una carrera de restauro, con una asistencia multitudinaria. También se continúa con la propuesta de TAREA en la Universidad de San Martín. Se trata de un taller-escuela que trabaja sobre proyectos para museos, con el Archivo General de la Nación. Trabaja con varias provincias.

    Cuando Antorchas terminó su proyecto de diez años llamó a un concurso de proyectos para otorgar el taller al proyecto que ganara. Fue entonces cuando (José Emilio) Burucúa –profesor e investigador de la Universidad- y (Néstor) Barrio –el actual decano del IIPC-TAREA- crearon este instituto universitario que incluye restauro, investigación y docencia.

    Pero además tiene una carrera de grado, de complementación de carreras afines, en la que se trabaja con un cupo muy limitado y donde los participantes trabajan en una situación inmersiva full time y concluyen su formación como restauradores. El problema es que el número de estudiantes de las provincias que pueden realizar esta formación es muy limitado. Se necesitaría un sistema nacional de becas para formar a interesados en todas las provincias. Esta idea de generar este sistema de becas lo intentamos una y otra vez, pero nadie nos escucha. Si el Estado Nacional destinara una cifra ridícula por lo ínfimo, en becar tres postulantes de tres provincias distintas por año, todo sería más sencillo y el panorama cambiaría de modo significativo. Es claro que los estudiantes, deberían firmar un contrato en el que se comprometiese a estudiar tres años, con todo pago, para luego volver y radicarse a trabajar en su provincia.

    Eso se lo hemos planteado a todos los funcionarios que hemos podido, y a fundaciones del sector privado en numerosas reuniones. Hasta ahora sin resultados. De todos modos esperamos que esto algún día se concrete.

     

     

    Esbozo biográfico

     

    Premio Konex 2006 en Estética, Teoría e Historia del Arte, Laura Malosetti Costa nació en Montevideo (Uruguay).

    Es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires, Académica de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes, Investigadora Principal del CONICET, Profesora titular regular de la Maestría en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano y  Coordinadora del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural -TAREA en la Universidad Nacional de San Martín.

    Es, asimismo, autora de varios libros y numerosos artículos sobre arte argentino y latinoamericano y docente invitada en universidades de América y Europa. Entre ellos está “Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX”, editado por  Fondo de Cultura Económica, en 2001. Se trata de un trabajo referencial en los estudios sobre arte en La Argentina.

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